Ahórrese el quebrantamiento.

Escrito el 05/05/2018
Charles Spurgeon


Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, y antes de la honra es el abatimientoProverbios 18:12.

Es un dicho antiguo y común: los eventos significativos están con frecuencia precedidos por signos que indican que van a ocurrir.

El sabio nos enseña que un corazón soberbio es el preludio profético del mal. El orgullo es un signo seguro de destrucción, como el cambio del mercurio en el barómetro es señal de lluvia, pero aquello mucho más infalible que esto.

Cuando lo hombres se han montado al caballo de la actitud arrogante, la destrucción siempre los ha alcanzado.

Permitamos que el corazón dolorido de David nos muestre que hay un eclipse sobre la gloria de un hombre cuando adora su propia grandeza (2 Samuel 24:10).

Mira a Nabucodonosor, el gran edificador de Babilonia, andando a rastra sobre la tierra, comiendo pasto como un buey hasta que sus uñas crecieron como las garras de un pájaro y su pelo como las plumas de un águila (Daniel 4:33).

El orgullo hace una bestia del fanfarrón, así como antes hizo de un ángel un demonio.

Dios odia la mirada altiva y nunca falla en derribarla. Todas las flechas de Dios están dirigidas a los corazones orgullosos.

Oh, cristiano, ¿tiene soberbia tu corazón? Pues el orgullo puede entrar al corazón del cristiano tanto como puede entrar al corazón del pecador, puede engañarlo y hacerlo soñar que él es “rico” y que diga: “me he enriquecido y no me falta nada” (Apocalipsis 3:17).

¿Te glorificas en tus dones o en tus talentos? ¿Estás orgulloso de tu mismo porque has progresado y has tenido dulces experiencias?

Toma nota, lector, la destrucción viene hacia ti. Tus amapolas de alarde y presunción, serán arrancadas de raíz, la multiplicación de tus dones se marchitarán en el calor del ardiente y tu autosuficiencia llegará a ser como la paja para el estercolero.

Si nos olvidamos de vivir al pie de la cruz con humildad de espíritu, Dios no se olvidará de hacernos sentir su vara.

La destrucción vendrá a ti, orgulloso creyente, la destrucción de tus gozos y de tus consuelos, aunque no puede haber destrucción de tu alma.

Por eso razón: “Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe en el Señor” (1 Corintios 1:31)

¡Bendecido sábado!