Utensilios de honra.

Escrito el 18/07/2018
Ps. Gustavo Muñoz


Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra. 2 Timoteo 2:21.


Cuentan que “un padre construyó un pequeño auto de juguete para su hijo. Feliz, el niño salió a jugar con su nuevo regalo.

Horas más tarde, el padre encontró a su hijo llorando. Conmovido, le preguntó por la razón de su tristeza.

El niño, con profundo dolor le dijo: papa, perdí mi juguete. Preocupado, el padre salió en busca del juguete. Para su sorpresa, lo encontró en el mostrador de una juguetería marcado con una etiqueta que indicaba un alto precio. Sin dudar lo compró y de nuevo se lo entregó a su hijo.

Somos como aquel juguete. Le pertenecemos a Dios dos veces. La primera porque nos creó. La segunda porque nos compró.

Si usted le pertenece a Dios dos veces, ¿por qué insiste en vivir de acuerdo a sus razonamientos? Su peor fracaso será vivir para usted mismo. Amado lector, viva para Dios.

En tiempos bíblicos, los utensilios de la cocina eran estrictamente clasificados. Los de plata y oro se usaban para ocasiones especiales; otros, construidos de madera y barro, eran usados en ocasiones ordinarias. ¿Qué clase de utensilio es usted?

Debo recordarle que es un utensilio apartado para los propósitos santos de Dios. Quizá su nacimiento fue común, pero su vida no lo es. Por tanto, debe guardarse de todo género de contaminación que quiera robarle ese maravilloso regalo de la pureza.

Juan Wesley, importante redicador del siglo XVIII, le preguntó a su madre: ¿Qué es pecado? A lo que su madre le respondió: “Sigue esta regla: Todo lo que debilite tu razón, afecte la sensibilidad de tu conciencia, oscurezca tu percepción de Dios o le quite sabor a las cosas espirituales, en resumen todo lo que aumente la fuerza y la autoridad de tu cuerpo sobre tu mente, eso es pecado para ti por más inofensivo que resulte en sí mismo” Susana Wesley.

Amado lector, asegúrese de no aprobar el libertinaje o las conductas deshonrosas. Más bien, esfuércese por vivir de tal forma que Dios halle placer al contemplar su vida.

Usted fue creado para oficios honrosos, por lo tanto, apasiónese por la pureza y busque la santidad como si se tratara del más importante tesoro en su vida. Por cierto lo es. 

¡Paz y bien!