Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Mateo 5:8.
El corazón, hasta una época reciente, fue considerado como el motor de la vida. En tiempos en que vivió Lucas “el médico”, eran las señales del corazón las que determinaban si alguien vivía o moría.
De aquí que, el corazón fue considerado como la fuente de la razón. El proverbista, de hecho, afirmó que se debía cuidar porque de él, mana la vida”.
Si la condición del corazón (considerado fuente de la vida), es defectuosa, de la misma manera lo será la vida de su dueño.
Usted debe cuidar su corazón más que a cualquier otra cosa en el mundo. El deseo de Dios para usted, es que busque mantenerlo limpio.
Mantenerlo limpio se hace más difícil cuando las experiencias de la vida producen escombros que se aposentan en él, impidiéndole experimentar la plenitud.
Amado lector, no escatime esfuerzos con tal de gozar de un corazón limpio. Usted será enteramente bendecido cuando abogue con todas sus fuerzas por gozar de la pureza interior.
Perdone. A diario usted se encontrará en medio de situaciones que pueden cargar su corazón y luego generarle una raíz de amargura.
Las ofensas o los desprecios querrán dominar la salud de interior, pero usted no debe permitir que eso pase. Corra al Señor, vuelva a la Biblia y recuerde la manera en que Cristo fue humillado.
Jesús nos dio el ejemplo más grande perdón. Siendo Él inocente, su vida entregó por nosotros para hacernos libres de nuestros pecados. Él pudo reclamar justicia alegando que nosotros éramos culpables, sin embargo no lo hizo. El inocente murió.
Su nombre en el cielo será distinguido por llevar la marca “limpio”. Los ángeles sabrán que usted goza de un corazón puro, las tinieblas no podrán despertar en usted odio o rencor porque su corazón estará ligado, como esclavo, al amor de Dios.
Bienaventurado significa: doblemente bendecido, privilegiado. Así es como el cielo ve a todos aquellos que han sido redimidos por la sangre de Jesús, y se esfuerzan por mantener el corazón limpio.
Que su oración hoy se enfoque en el ardiente y apasionado deseo que gozar de la pureza interior. No odios. No rencores. Nos resentimientos.
¡Bendecido día!