Sin embargo, ahora el Señor dice: Zorobabel, sé fuerte. Jesúa, hijo de Jehosadac, sumo sacerdote, sé fuerte. Ustedes que aún quedan en la tierra, sean fuertes. Así que ahora, ¡manos a la obra!, porque yo estoy con ustedes, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. Hageo 2:4
En ocasiones, el antídoto más efectivo contra el desánimo, es seguir trabajando.
El ánimo decae cuando las circunstancias no son favorables; sin embargo, la mejor manera de alcanzar el éxito, es haciendo aquello, para lo cual no gozamos de motivación.
Si usted está empezando un nuevo proyecto que Dios le mostró, muy seguramente se encontrará de frente con el desaliento. Si así fuera, debe recordar que la renuncia no es la salida, la persistencia es la solución.
Zorobabel (un príncipe judío) y Josué (un sacerdote), se sintieron tentados a abandonar el proyecto que Dios les había encargado. ¿Por qué? Bueno, la ingratitud de la gente, las presiones externas, la falta de compromiso, el cansancio, etc.
Amado lector, muchas razones encontrará para desanimarse, pero basta que considere una, para continuar: Dios le está diciendo: ¡manos a la obra!
No es momento de renunciar, es momento de sembrar las semillas de la perseverancia.
Los hombres que esta historia menciona, tenían como tarea la restauración del templo. Se estaban reorganizando después de un largo exilio en Babilonia. La tarea era fuerte y arriesgada: reconstruir.
¿Debe reconstruir algo en su vida? Quizá no sea una tarea fácil, pero Dios le dice: ¡manos a la obra!
Comience. Determínese y emprenda su tarea. Comenzar es difícil, pero una vez lo haga, usted verá el respaldo de Dios.
Si usted ya vio su norte, entonces avance hacia él. No se deje vencer por el desánimo. Si erró, corrija, si pecó, arrepiéntase, pero esfuércese; con Dios, usted puede lograr lo que considera imposible.
¡Próspero día!