En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Isaías 6:1.
Isaías tuvo un encuentro con la gloria de Dios. Antes de recibir un llamado o antes de que se le revelara una misión, fue necesario que contemplara claramente a Dios sentado en su trono.
Este encuentro mudó su vida, provocó cambios espirituales, transformó sus hábitos, y le reveló un propósito.
Hasta aquel momento, Isaías había sido un creyente respetuoso. Seguramente, su estilo de fe respondía más a una tradición que a una convicción madura y no tanto, a una experiencia continua con el Señor.
Pero todo cambió en Isaías cuando vio a Dios. Es que, amado lector, nadie vuelve a ser el mismo después de que contempla a Dios.
El avivamiento personal y la efervescencia espiritual se encienden cuando nuestros limitados ojos, ven a Dios ejerciendo dominio y poder sobre la creación.
Su fe se aviva, el espíritu se humilla y la mente es santificada. El corazón se limpia y sus pasos se ordenan. Su carne adora y se hace ciega ante los placeres del mundo.
Isaías había tenido serios problemas con su forma de hablar. Algunos eruditos aseguran que el lenguaje por este tiempo en Judá era hostil y vulgar. Lo que posiblemente pasó con Isaías, es que se familiarizó tanto con dicha forma de hablar, que Dios tuvo que santificar su lengua.
Amado lector, lo que en verdad usted necesita es un encuentro con la gloria de Dios. Es así como vencerá esos resistentes y destructivos hábitos. Expóngalos ante el poder de su experto Creador.
Fue durante aquel encuentro con Dios, que Isaías entendió el propósito para el cual fue creado. Ciertamente, los seres humanos queremos ocuparnos de algo que le dé sentido a nuestra vida. Por eso hablamos de vocaciones.
Recuerde, no fuimos creados para ocuparnos, fuimos creados con un propósito específico, con una misión detallada y una ruta establecida. ¿Conoce esa ruta? Si su respuesta es no, entonces debe buscar a Dios hasta tener un encuentro con su gloria. Si su respuesta es sí, entonces deberá continuar en su búsqueda de Dios hasta cumplir con su llamado.
La diferencia la hará, un enceuntro con la gloria de Dios. Búsquelo, como si de eso dependiera su vida. De hecho, así es.
Próspero y bendecido día.