“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” 2 Timoteo 4:7.
No se rinda, usted puede estar muy cerca de lograr su objetivo.
Yo estoy convencido de que las grandes oportunidades que tenemos en la vida, vienen en un empaque que usted solo podrá abrir si ejercita el maravilloso don de la persistencia.
La sensación de querer rendirse podría jugarle una mala pasada, por eso debo decirle: no abandone la carrera, puede que esté a punto de coronarse ganador.
Me he dedicado con mucho interés a identificar las virtudes y cualidades de la gente de éxito. Para mi sorpresa, he hallado que su virtud más importante y determinante en el logro de sus objetivos, es la persistencia.
No hay mucha gente persistente en nuestros días. Todo lo contrario. No hemos convertido en personas ambivalentes, nos desanimamos rápidamente y abandonamos valiosos proyectos cuando aparecen los obstáculos.
Dios es perseverante. Si no, pregúntese cuántas veces él le habló acerca de sus maravillosos planes para su vida y usted no estuvo dispuesto para escucharlo. Sin embargo, a pesar de nuestra necedad, el amor de Dios no se detuvo.
Somos lo que somos porque hubo alguien que perseveró por nosotros: ¡Dios! ¿No cree que usted debe hacer lo mismo?
Persevere en su matrimonio, en su trabajo, en su ministerio o en esa responsabilidad que al principio llegó como una bendición de Dios y ahora la ve como una carga imposible de llevar.
Aprenda del gran apóstol Pablo. En sufrimientos, en dolores, en angustias o persecuciones; en escasez o en peligros; él perseveró en el llamado que Dios le había hecho.
Piense en esto. Jesús dijo: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”. Tengo la “sospecha” de que en la fórmula de la salvación, la persistencia, al igual que la gracia de Dios, juega un papel determinante.
Muchas de las personas que probaron la gracia de Dios y experimentaron los grandes beneficios de su fe en Jesús, se olvidaron de Dios y abandonaron el camino porque perdieron todo interés de perseverar en los propósitos y en el llamado que habían recibido del Señor. No haga usted lo mismo, persevere.
En muchos escenarios de la vida, la diferencia entre un ganador y un perdedor resulta ser una pequeña y trascendental palabra de 13 letras: perseverancia. La misma palabra podría hacer la diferencia entre caminar en la carne o vivir en el Espíritu.
No se rinda, persevere ante todo en la búsqueda del crecimiento de su vida espiritual. No deje a la suerte algo tan valioso como eso. Esfuércese y persevere en la oración. Persista en la búsqueda de la santidad y la pureza.
Entienda esto: la persistencia en el Señor y en las cosas espirituales, le permitirán salir de donde está, lo llevará a un nuevo nivel, a una nueva posición, pero por favor, entienda y practique un principio básico del reino de Dios: la persistencia.
Le aseguro que en los últimos días de su vida, nada le dará tanta satisfacción como el hecho de haber terminado la carrera y haber perseverado en la fe. Esfuércese por recibir la corona incorruptible; no abandone el camino, no renuncie a la carrera que tiene por delante.
Amado lector, persevere.