Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. Números 13:30.
Doce fueron los espías que Moisés envió para que observaran la tierra prometida. Al regresar, diez de ellos, abismalmente consternados, coincidieron en que el pueblo que habitaba Canaán era ampliamente superior por lo que enfrentarlos sería un “suicidio”. Los otros (Caleb y Josué), mostraron un parecer distinto.
Tengo la leve impresión, que normalmente y con frecuencia, resulta más fácil unirse al criterio de los negativos que a la opinión de aquellos que saben de lo que son capaces. Aceptamos con facilidad la sentencia de los incrédulos, en contraste, repelemos fervientemente las convicciones de los valientes.
Entiende esto. El talento y las capacidades por sí solas no te llevarán lejos. Pero si tienes habilidades y gozas de la actitud correcta, podrás ir tan lejos como te lo propongas. No es autosuficiencia, se trata de recordar las emblemáticas palabras de un hombre experimentado: Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Romanos 8:31. Tú eliges. ¿Serás de aquellos que miran de lejos lo que Dios les entregó, o serás de los pocos pero muy recordados que enfrentarán al pueblo enemigo para reclamar lo que les pertenece?
Los diez espías se llamaron a sí mismos “langostas salvajes”. Para mí, la forma como hablaron de sí mismos revela el génesis de su actitud. Muchos cristianos piensan, viven y actúan como “langostas salvajes” olvidando que lo único que los separa de la tierra prometida, es el costo de una batalla que Dios ha prometido pelear por nosotros y cuya victoria es un hecho. ¿Cuál es tu rol en la batalla que enfrentas? El que fuera, debes saber que valdrá la pena.
Todos somos parte de un equipo. Tú integras un grupo familiar, un equipo empresarial o un comité; debes saber entonces que tus compañeros de equipo requieren gente con el optimismo y la confianza de Caleb. No tienes que luchar por un cupo entre los diez, esos cupos, son gratuitos.
¡Bendecido día!