Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. Isaías 58:11
La vida tiene altos y bajos. Valles y picos. También tiene estaciones.
Tiene tiempos de constantes lluvias. A veces de tormentas y, además, tiempo de sequía.
La sequía aparece con la prueba o la dificultad. Usted observa a su alrededor y lo único que encuentra es tierra seca, territorios áridos.
No hay manantiales, no hay agua. Todo se hace más difícil porque crece un esquivo sentimiento de soledad.
Sé lo que está pensando. El cuadro es difícil, complejo, pero usted lo ha vivido por lo menos una vez.
No es un estado que uno desee. Ninguna persona en sus cabales querrá pasar por momentos así.
Lo maravilloso de una sequía, es que a pesar de que no hay agua a nuestro alrededor, Dios puede saciar y calmar la intensa sed de nuestras almas.
Este es uno de los más grandes milagros del Espíritu Santo. Él se asegura de que ninguno muera deshidratado. A cada quien le provee lo que su infinita alma necesita.
Amado lector, ¿se siente seco? ¿Experimenta una sed intensa hoy? El Señor vendrá en su ayuda.
El no permitirá que usted muera. En la peor sequía, su Espíritu está dispuesto a darle vida y a llenarlo aunque usted esté atravesando el tramo más inhóspito del camino.
El Señor lo fortalecerá y pondrá una fuerza superior a cualquier otra que usted alguna vez haya experimentado. El ánimo no le faltará. La intensa temperatura no lo debilitará, y el frío no le hará daño.
Lo mejor de esta promesa, es que usted no se quedará para siempre en la sequía. No solo saldrá de ella, sino que el agua no le faltará. ¿Por qué? Porque Dios quiere usarlo para que usted sea una "manantial" para alguien más.
Su difícil prueba, se convertirá en una gran bendición para otros. Usted podrá guiar a otros hacia aquella grandiosa fuente de agua de vida que sólo proviene de Dios.
Bendecido día.