Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar. Génesis 8:20.
Una de las virtudes literarias de las Escrituras es el uso intencional de los verbos. La Biblia está cargada de acciones, y todas ellas gozan de gran sentido de acuerdo al momento y al contexto de cada relato.
Por ejemplo, en esta porción de la vida de Noé, se mencionan tres verbos importantes: edificar, tomar, y ofrecer. Hoy me enfocaré en el primero.
"Edificó" es otra manera de decir que "construyó". ¿Acaso le resulta interesante que después de que Noé navegó en el caos, Dios lo llamó para reconstruir en lugares infestados de ruinas?
En tiempos como los que vivimos, los cristianos debemos asumir con responsabilidad el desafío de construir y de edificar donde otros, cegados por el pecado, destruyeron.
Amado lector, Dios lo está llamando a edificar, no a tirar; a reconstruir, no a arruinar.
Mientras las familias se destruyen y la esperanza decae, nuestra tarea es la de edificar entre las ruinas mientras contemplamos el futuro con esperanza y una importante medida de fe.
Dicho esto, ¿puede sentir el llamado de Dios a edificar?
Es tan fácil destruir, es tan fácil echar a perder lo que con tanto esfuerzo ha logrado. Por eso la invitación espiritual para usted es que se niegue a destruir, edifique, use las ruinas y comience de nuevo.
Esfuércese por hablar palabra de edificación y no de destrucción. Comprométase con edificar su vida, inicie un proceso serio, comprométase con la obra de Dios. Mientras lo hace, le aseguro que será edificado y edificará a otros.
Con amor, su servidor.