Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. Marcos 12:29-31
Si tuviera que encontrar sinónimos para la palabra amor, me arriesgaría a usar tres: fidelidad, obediencia, y servicio.
El primer sinónimo es fidelidad. La infidelidad a Dios no tiene otra causa más que la ausencia de una conciencia amorosa. La fidelidad, por tanto, es también sinónimo de amor. Dios es fiel porque cumple Su palabra, es fiel porque, a pesar de nosotros, permanece aún de nuestro lado, y aunque nos equivocamos repetidas veces, su amor no se agota.
De la misma manera debemos obrar nosotros. El deseo de Dios es que seamos fieles a Él. Debemos arrepentirnos por las muchas veces que, atravesando un mal momento, luego de comprometer nuestra vida para honrar a Dios; repentinamente damos media vuelta, nos olvidamos de sus mandamientos, luego perdemos total interés por hacer Su voluntad y terminamos perdidos entre deseos egoístas y pecaminosos.
El segundo sinónimo es obediencia. Una manera en la que se manifiesta nuestro amor por Dios, es haciendo lo que a Él le agrada. El amor a Dios hará que continuamente evaluemos cada una de las motivaciones de nuestro corazón, así como la naturaleza de nuestras acciones a la luz de Su voluntad para saber si vamos por el camino correcto o no. El apóstol Pablo dijo: el amor es sufrido (1 Corintios 13:4). Eso significa que cuando amamos, somos capaces de darle el primer lugar a la voluntad de Dios, aunque eso implique experimentar una cuota de dolor.
Las Escrituras nos enseñan claramente que la fuente del placer de Dios es la obediencia (1 Samuel 15:22). Amado lector, ¿es su deseo agradar a Dios en todo? Ciertamente, obedecer a Dios es más importante que cualquier sacrificio u ofrenda. Agradar a Dios es una decisión que nace y se fundamenta en nuestro amor a Él.
El tercer sinónimo es servicio. El servicio es otra forma de manifestar amor. El servicio se define como aquellas acciones que voluntariamente hacemos por aquellos que decimos amar. Servir implica negociar nuestra comodidad a cambio de la comodidad de otro. Esta es una llama que mantiene la salud espiritual y sentimental en los hogares. En contraste, el individualismo es un arma mortal que opaca al amor. Lo hizo en tiempos de Caín y Abel, y lo sigue haciendo en nuestros días.
Nuestros hogares son los núcleos principales donde debemos manifestar la actitud servicial que Cristo con su testimonio nos enseñó. Los expertos en relaciones de parejas, coinciden en que, así como Cristo, siendo Dios, pudo ganar la iglesia con una actitud de servicio, de la misma manera el servicio se constituye en un pilar en toda relación matrimonial. Cristo nos dio ejemplo de esto cuando dijo a sus discípulos: yo he venido a servir, no a ser servido (Mateo 20:28). Con regularidad exigimos ser servidos por otros, pero tenemos poca disposición de servir a los demás.
Jesús definió el amor con acciones concretas. En adelante, ¿qué acciones concretas hará en nombre del amor?
¡Bendecido día!