Vidas de testimonio

Escrito el 29/06/2024
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios. Mateo 3:8


Este es un mensaje en contra de la actitud farisaica. El profeta Juan, tenía un fuerte celo espiritual por la santidad, pero también, por un estilo simple y sencillo de vivir la fe. 

Los fariseos, en cambio, se alimentaban de los protocolos, las tradiciones y los envoltorios espirituales que opacaban la fe genuina.

La religiosidad tiene su propia zona, es inerte y fácilmente puede ser juzgada. La verdadera espiritualidad, en cambio, no puede ser señalada por nadie, es libre e inspira vida. 

Las palabras de Juan son un claro llamado a vivir la verdadera fe. Aquella que cuida la conducta, pero también mantiene puras las motivaciones del corazón. 

La fe es silenciosa, pero acciona. La verdadera fe no manipula, no engaña, no miente; naturalmente inspira.

El problema de tener una actitud farisaica radica en que el resto de las personas que no conocen a Jesús, podrían alejarse en vez de acercarse.

En contraste, la verdadera espiritualidad sirve, ama y acompaña. Tiene oídos, pero también tiene manos.

Amado lector, la vida con Dios es apasionante cuando la integralidad de nuestras acciones y deseos están dirigidos a Dios y al servicio a los demás. 

No somos cristianos porque vamos a la iglesia o porque afirmamos creer en Dios. Somos verdaderos cristianos porque nuestro estilo de vida lo dice por sí solo.

Nos hemos arrepentido de nuestra antigua manera de vivir. Ahora vivimos de acuerdo a la voluntad de Dios. Nos complace amarlo y seguir sus pasos.

No llevamos una etiqueta en la frente, en realidad llevamos un sello en el corazón que refleja una marca profunda de Dios y de su Espíritu, que hablan de Jesucristo, El Salvador.

Esfuércese por vivir con un corazón humilde. La vida cristiana no consiste en aparentar perfección, sino en imitar a Jesús apasionadamente. 

Bendecido día.