Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo. Marcos 1:8
El reino de Dios ha dispuesto para nosotros un número incalculable de regalos espirituales.
En esa infinita lista de regalos, encontramos uno muy especial: la salvación. Yo, he detenido mi marcha un par de veces para imaginar el tipo de persona que sería, si Jesús no me hubiese mirado con ojos de misericordia.
Reflexionar en las bondades de ese maravilloso regalo, me hace recordar que los regalos de Dios llevan, dentro de sí, regalos adicionales. Por ejemplo, la Biblia afirma que la retribución de una actitud correcta son las riquezas, la honra y la vida. Proverbios 22:4
Ciertamente, además de tener la dicha de tener a Dios en su corazón, usted recibirá más dádivas?
Eso significa que aquel que teme a Dios, además de ser bendecido con su favor, también es premiado con riquezas, honra y vida.
Yo sé que usted no está pidiendo estas tres cosas (o quizá sí), lo cierto es que, si teme a Dios, las riquezas lo alcanzarán, incluso, cuando usted huya. La honra lo encontrará aunque se esconda, y, por último, tendrá una vida plena que otros desearán tener.
Dicho esto, permítame hablarle de otro regalo añadido al regalo de la salvación. Este le encantará. Se trata del bautismo con el Espíritu Santo, o, lo que es igual, el bautismo en Espíritu Santo y fuego.
Amado lector, este regalo es para usted. Créame, Dios quiere dárselo. El bautismo en el Espíritu Santo, no es otra cosa que la obra santificadora de Dios en el corazón de los creyentes.
Es la máxima experiencia espiritual que podemos tener con el Espíritu Santo. Supera la emoción; restaura el alma y revela un propósito.
Quizá usted haya tenido experiencias espirituales; sin embargo, ninguna se podrá comparar con el bautismo del Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo hace esta obra en nosotros, toda nuestra vida se somete a Jesús y allí es cuando realmente crecemos a imagen y semejanza del Creador.
Amado lector, clame al Señor por el bautismo del Espíritu Santo; le aseguro que este regalo valdrá la pena. No luche en sus fuerzas contra el pecado, hágalo en el poder de Dios.
¡Bendecido día!