Pureza espiritual

Escrito el 02/01/2025
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


¡Lávense y queden limpios! Quiten sus pecados de mi vista. Abandonen sus caminos malvados. Isaías 1:16


El primer y más importante llamado que Dios nos hace cuando le entregamos nuestro corazón, es el llamado a la santidad. 

Antes de entregarnos dones, talentos o habilidades, el Maestro nos limpia, nos purifica y nos capacita para la rectitud. Esta es la razón por la cual el poder de la iglesia no está en lo mucho que puede hacer, sino en lo apasionada que esté por la más grande virtud de todas: la santidad. 

Un cristiano puede ser carismático, brillante y habilidoso. Sin embargo, todas esas virtudes juntas no llamarán la atención de Dios, a menos que las tengan por basura y solo una sea su tesoro: la integridad. 

La integridad es como aquel producto de tienda que se mantiene escaso. Abunda todo lo demás, pero este, casi nunca aparece en la góndola. 

Amado lector, ¿qué tan apasionado vive por la santidad? ¿Qué persigue durante este pasajero viaje en la tierra? El deseo de Dios es que, sobre todas las cosas, busque la santidad. 

Sus habilidades, su éxito o sus recursos no sorprenden a Dios, pero su disposición para convertirse en un hombre santo sí lo destaca ante los ojos del Señor. 

¿Quisiera amar la santidad de tal manera que le repudien sus malos caminos? Recuerde que la voluntad de Dios es nuestra santificación, ese es su más grande deseo (1 Tesalonicenses 4:3). 

Siga los pasos de Jesús y vuelva a apasionarse por el más importante llamado que Dios le ha hecho a todos los mortales. Apártese de todo tipo de contaminación y busque la pureza en todo lo que determine hacer. 

Usted ha sido redimido por la sangre de Jesús; por tanto, es un hijo legítimo. Si ha fallado, acérquese al Señor con un corazón arrepentido y le aseguro que Dios lo envolverá en su manto de amor y vendará sus heridas. 

No huya, tampoco se esconda del poder reparador y purificador de nuestro Dios. Lávese en el río santo de Dios y disfrute de la plenitud inigualable que produce agradar a Dios. 

Bendecido día.