Compartir las buenas nuevas

Escrito el 07/01/2025
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. Marcos 16:15


Predicar el evangelio debe ser una pasión creciente en el corazón del creyente, pues, hablar de Cristo es el más grande privilegio concedido por Él.

Ciertamente, olvidamos que somos el fruto de la predicación de un creyente que se tomó en serio la tarea de contar, sin reservas, las buenas nuevas del reino de Dios.

Amado lector, Dios nos apartó del mundo, nos santificó en su verdad y nos confió la tarea de contarle a toda criatura las grandes obras de Dios.

Sin embargo, a veces permanecemos callados y pasivos ante esta importante misión. 

Caminan a nuestro lado personas que valoramos, pero, contradictoriamente, los privamos de la oportunidad de tener un encuentro con nuestro Salvador. 

Cuando predicamos a Jesús, estamos tirando salvavidas a personas y familias enteras que están son arrastradas por las corrientes de la dificultad. 

Hoy, debemos dirigir nuestra oración a Dios pidiéndole que nos use para bendición de otros y que nos conceda el poder de su Espíritu para que podamos predicar a tiempo y fuera de tiempo.

A su vez, para que llene nuestros corazones de una compasión intensa por nuestros familiares y amigos que aún no lo conocen.

Pidamos la gracia del Espíritu para que, a donde quiera que vayamos, aprovechemos toda oportunidad de dar testimonio de lo que Dios ha hecho en nuestra vida.

¿Cómo podemos dormir mientras otros van rumbo a la desgracia? ¿Cómo ser indiferentes ante el dolor de aquellos que sufren?

El llamado de Dios sigue vigente. Él nos llamó a predicar y para eso nos hizo mensajeros de su gracia, de su amor, de su naturaleza perdonadora y restauradora.

Amado hermano, comencemos ahora, antes de que sea tarde. Proclamemos el mensaje de la redención, anunciemos el amor de Dios; no nos reservemos la bendita gracia que salva al perdido.

No tema, abra sus labios, predique con sus acciones, enseñe con su ejemplo, pero en todo caso, predique el Evangelio. 

¡Bendecido día!