Sin retroceso

Escrito el 08/01/2025
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


“Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.” Lucas 9:62


¿Le digo o no le digo? ¿Voy o mejor me quedo aquí? ¿Seré capaz o no?

Estas son preguntas que todos nos hemos hecho en diversas circunstancias de la vida. A mi humilde parecer, es justo y normal formularlas. Lo que no considero normal, es vivir evitando encontrar una respuesta para ellas.

La inseguridad es un serio problema del carácter. Note que, en ocasiones, tenemos tanto miedo a fallar o a equivocarnos, que en lugar de arriesgarnos para gozar de una nueva victoria, lo que hacemos es dudar hasta convencernos de que no lograremos nada. 

La inseguridad se origina por distintas razones. Una de ellas se debe al pobre y deforme concepto que tenemos de nosotros mismos. Su causa esta ligada a la baja autoestima.

Nada cambiará, hasta que hallemos nuestra identidad en los labios del Creador y no en la opinión sesgada de los demás.

Permítame recordarle algunas declaraciones de las Escrituras acerca de usted. La Biblia dice que usted es “más que vencedor”. Eso significa que no es un perdedor, sino un creyente cuya vida se sustenta en la grandiosa y eterna victoria de Cristo sobre el mal del pecado y la destrucción. 

También dice la Biblia que usted es “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios”. Usted siempre será de gran estima para Dios. Recuerde entonces que su linaje no pertenece al de los hombres, sino a un linaje de tipo celestial. 

Amado lector, usted es lo que Dios dice que es, no lo que otros piensan. Si la Biblia lo llama vencedor, linaje escogido, pueblo distinguido, ¿por qué pensar como un incapaz o como un perdedor?

No tenga duda de que Dios quiere bendecirlo y también quiere usar su vida para bendecir a otros, pero es tiempo de que aparte la inseguridad de su agenda. No hay tiempo para inseguridades; no mire atrás, sea lleno de la confianza en Aquel poderoso Dios que al encontrarlo perdido lo trajo de vuelta a Su gloriosa luz.

Si ya puso la mano en el arado, no mire atrás; usted, si es capaz, no abandone tan importante llamado de Dios, más bien, ofrezca de lo mejor que tiene y concéntrese en su tarea.

Amado lector, hay tanta gente que vuelve a su antigua vida. Algunos lo hacen porque su afecto por el mundo es más grande que su amor por Dios. Pero otros, lo hacen por causa de sus complejos e inseguridades de fe. Yo creo que ese no será su destino, no tiene por qué serlo.

¡Bendecido día!