¡Señor, avívame!

Escrito el 14/04/2025
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


¡Jehová, he oído tu palabra, y temí! ¡Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia! Habacuc 3:2


Si el fuego no es alimentado por un material incendiario y oxígeno, pronto se extinguirá.

Esto no es menos cierto en su vida espiritual. En muchos textos de la Biblia, se menciona el fuego como símbolo de la pasión y la obra santificadora del Espíritu Santo.

Ciertamente, este es el único fuego vital para la vida. Es el único que, aunque arda en usted, jamás le hará daño.

¿Está avivado el fuego de Dios en su corazón? Desearía que su respuesta fuera un ‘sí’. En caso de que fuera un 'no' permítame decirle esto: Dios quiere encender la llama del Espíritu en su interior.

Ciertamente, es necesario que se disponga para que el fuego de Dios obre en los rincones más inhóspitos de su corazón.

El fuego de Dios es vivificante. Su presencia limpia y purifica. 

Usted no será un mejor cristiano, a menos que anhele el fuego de Dios. Tampoco será un esposo sobresaliente y un padre ejemplar, a menos que clame por el fuego de Dios llenando su corazón.

Vuelva a apasionarse. No permita que el gusto por el pecado o los hábitos dañinos tomen lugar en su vida.

El desánimo, la pereza y la ingratitud, son síntomas de la frialdad espiritual. Si usted identifica una de esas actitudes, entonces dispóngase para que el fuego del Espíritu Santo lo llene. Le aseguro que Él querrá hacerlo.

Piense bien en la raíz del problema. Quizá el problema no está afuera, lo más probable es que esté en su interior, sí, en su corazón.

Ríndase a los pies de Jesús. Clame por un avivamiento personal que lo enamore más de Dios y de su Palabra; así mismo, que lo inspire a amar mucho más a su familia y hermanos en la fe.

Confiese al Señor sus caminos. Cuéntele sobre aquellas zonas peligrosas y frías por las que está caminando, y pídale que le conceda una pasión renovada por su presencia.

Dígale al Señor humildemente: Padre, aviva tu obra en mi corazón. Eso es todo lo que usted hoy necesita.

¡Bendecido día!