Animémonos

Escrito el 25/05/2025
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis1 Tesalonicenses 5:11


Yo comprobé cuánto poder hay en las palabras de ánimo y en las acciones que infunden aliento. No lo hice necesariamente porque he animado a otros, sino porque otros me han animado a mí.

En momentos en los que he dudado y, como consecuencia, mi ánimo se ha diezmado, he visto cómo Dios ha usado a hermanos en la fe para levantarme y ayudarme a ver el futuro con esperanza.

Las voces de aliento y aquellas acciones amorosas que fortalecen el alma han hecho la diferencia en mi vida, y estoy seguro de que lo seguirán haciendo en la vida de muchas otras personas. Por eso quisiera preguntarle: ¿Conoce a alguien que necesita ser animado por usted?

Es probable que a su memoria venga uno o varios nombres. Quizá el de alguien que recientemente perdió a un familiar. Tal vez el de una persona desempleada, o los nombres de una pareja que enfrenta una fuerte crisis matrimonial.

En cualquier caso, hoy quiero recordarle que Dios le ha dado el potencial para ser un instrumento de bendición en favor de aquellas personas que necesitan una voz de aliento.

Amado lector, usted puede hacer más de lo que alcanza a imaginar, si tan solo se dispusiera para que el Señor lo use poniendo las palabras oportunas en su boca.

Sus palabras revestidas del amor de Dios pueden hacer la diferencia en el desarrollo de una historia que parece no tener remedio. 

¿Qué tal si hoy hace algo por alguien? Puede hacer una llamada, enviar un mensaje o provocar una visita. De cualquier forma, el plan funcionará.

Hoy, al leer el pasaje de nuestra reflexión, quiero agradecerles a todas esas personas que me animaron cuando lo necesité. Algunas de ellas no se dieron cuenta de que lo hicieron, pero a ellas les debo mi gratitud. 

Le agradezco a todos aquellos que, en mis primeros meses de convertido, me enseñaron importantes principios de la fe cristiana.

A los que me ayudaron a creer, a perseverar y a madurar. A todos ellos, muchas gracias. Elevo hoy una oración a Dios por sus vidas y oro, además, para que también sean alentados cuando lo necesiten.

¿Se animaría a hacer lo mismo?