Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios. Efesios 3:19
Amado lector, Dios lo ama. Pese a la multitud de sus errores y a los pecados que ha cometido, Dios lo sigue amando. Esa es la verdad.
Quizá a usted le cueste entender esta verdad porque siente que no es lo suficientemente bueno como para merecer el amor de Dios.
La realidad, en este sentido, es que el amor de Dios es demasiado grande. Sí, grande como una dimensión que no tiene límites, de hecho, ni siquiera es medible. Dicho amor deja huella, pero su paso es imperceptible.
Es demasiado profundo; sin embargo, no moriremos ahogados en él. Es eterno y, aun así, se mantiene activo mientras transcurren los segundos. El amor de Dios es incomparable.
Todos buscamos la plenitud. Es natural. El problema de la humanidad es que, por siglos, ha buscado esa plenitud en los lugares incorrectos.
Amado lector, ¿dónde está buscando su plenitud? ¿En el trabajo? ¿En el dinero? ¿En una relación? ¿En un viaje? ¿En los negocios? ¿En su apariencia? Permítame anticiparle algo: nunca se sentirá tan pleno como cuando experimenta el amor de Dios.
Su oración en este día debería ser: “Señor, hazme consciente de tu gran amor”.
He descubierto que las personas verdaderamente felices son aquellas que viven conscientes del gran amor de Dios.
Amado hermano, sepa que Dios lo ama y no lo dejará solo. Nunca dude de los maravillosos planes que Dios tiene para usted.
Confíe en el gran amor de Dios y vuelva a levantarse. Confíe en su amor y abandone esa estación de tristeza y desencanto. Dios es su ayudador y su amor no tiene límite.
¡Bendecido día!