Agradable a los ojos

Escrito el 06/04/2024
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.” Génesis 3:6.


Amado lector, lo prohibido, tienta a los más nobles corazones. Con regularidad, lo prohibido se muestra agradable a la vista, pero sus efectos son venenosos y destructivos.

Los frutos prohibidos están a la orden del día. Por ellos no tendrá que pagar nada, son gratuitos, pero una vez que los come, la deuda que adquiere le generará grandes e impagables intereses.

La codicia es el deseo pecaminoso de querer tener lo que pertenece a otro o lo que no nos es permitido tener. No cambie la historia de su vida tratando de obtener aquello que su carne desea.

Sus aspiraciones en este día deben girar en torno a la santidad y a la pureza. No se contamine. Quizá aún esté luchando para que esa intensión oscura no se materialice. Pues bien, le tengo buenas noticias: el Espíritu de Dios le ayuda en su debilidad.

El Espíritu Santo es su perfecta garantía. Él le ayudará a combatir contra los impulsos de su concupiscencia. En sus momentos de debilidad, recuerde que puede hacerse fuerte en el poder del Espíritu.

Amado lector, su mayor y más digno reto es su santificación. Cuídela. Protéjala como a un tesoro. No se permita un descalabro teñido de libertad; Dios lo ama y envío a Su Hijo para hacerlo libre del pecado, por tanto, no le abra la puerta porque a su paso lo destruirá.

Cierre las grietas que ponen en riesgo su integridad y la estabilidad de su casa y sus intereses. Apasiónese por la santidad y obedezca a Dios. Procure escuchar la voz del Señor. 

No ceda al deseo, si Dios se lo prohibió, entonces no insista. No cambie un huerto por un fruto. Si Adán y Eva lo hicieron, entonces usted resuelva aprender de aquella amarga experiencia y no haga lo mismo.

Dispóngase a vivir en este día, totalmente apasionado por la pureza. Piense en lo que agrada a Dios; cuide sus pasos y cuide también la naturaleza de sus conversaciones. Recuerde que todo aquel que come del fruto prohibido acarrea destrucción y condenación, pero, en cambio, los santos verán a Dios.

¡Bendecido día!