Despojarse para avanzar

Escrito el 18/04/2024
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,” Hebreos‬ ‭12:1‬.


¿Quiere ganar? Entonces despójese de las cargas que lo están limitando en su marcha. Es probable que el peso que reposa sobre sus hombros, le esté robando libertad a su espíritu.

Un atleta se esmera por tener un peso ideal. Cuanto menos peso lleve consigo, mejor será su rendimiento y desempeño durante la carrera. El desafío de todo atleta es el de "despojarse".

Espiritualmente, los hijos de Dios somos atletas en constante competencia, por lo tanto, compartimos el mismo desafío: despojarnos.

El peso tiene nombre propio. Se puede llamar: odio, resentimiento, dolor injustificado, enojo, envidia, celos, murmuración, incredulidad, temor o duda, o quizá, frustraciones que no lo dejan avanzar.

Debo decirle entonces que su carrera vale la pena, pero la victoria en su avanzada estará lejos de su alcance a menos que haga bien la tarea de soltar el peso innecesario que diezma sus capacidades. 

Déjelo caer, libérese de él. Usted perderá toda posibilidad de coronarse campeón si se resiste a obedecer a Dios.

El pecado no es menos dañino. Mientras admita el pecado en su vida, el destructor ganará legalmente un territorio de su vida que no le pertenece. Lo que hará será estorbarlo, y a su vez, buscar su destrucción.

Cierre las puertas de su vida al pecado. Considérelo como lo que es, su enemigo. Note que el texto afirma: "y del pecado que nos asedia". Esto significa que, dónde quiera que se encuentre, el pecado intentará estorbar su camino. No necesitará invocarlo o buscarlo, él tratará de llamar su atención.

Usted ha sido llamado por Dios para alcanzar sus grandes y eternos propósitos. No vale la pena que cambie una gran corona, por un instante de placer que, a la larga, producirá dolor y quebranto.

Concéntrese. Mire el objetivo. Corra con la paciencia que el Espíritu Santo le da, no se agite, controle su ansiedad, despójese de lo que no sirve, sobre todo, de aquello que le está impidiendo  dirigirse a su objetivo.

Mi consejo es que vaya a los pies del Maestro y entregue todo lo que le está estorbando; le aseguro que Él entenderá su sentir. Cuéntele a Dios cuáles son esas cargas que lo están limitando y haga lo propio, despójese de ellas.

Entienda que esa es una acción que debe llevar a cabo con determinación. Es su responsabilidad despojarse y entregar todo lo que produce deshonra al nombre del Señor.

Levántese hoy y busque las grandiosas reservas de la misericordia de Dios y esfuércese por su corona.

¡Bendecido día!