Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Filipenses 4:8
Piense en las cosas buenas y positivas. Esa es la demanda de Dios para usted. No dé lugar en su mente a los pensamientos que deshonran a Dios.
Dios quiere que se apasione por lo importante. Piense en lo verdadero.
No invierta tiempo pensando en “simples especulaciones” y mucho menos en presentimientos. Piense en su salvación, en su crecimiento espiritual; piense en Jesús.
Dedíquese a la honestidad. Lo honesto habla de aquello que no oculta nada. Aquello de lo cual podría hablar con naturalidad y no tendría que decirlo a espaldas de nadie.
Piense en lo que es justo. La justicia también habla de pulcritud moral. No defienda al que hace lo malo, ni juzgue al que hace lo bueno. No proteja la maldad, expóngala.
Dios anunció que hay quienes “a lo bueno llama malo y a lo malo llama bueno”. Isaías 5:20. Aprenda a llamar a cada cosa por su nombre. Lo que es pecado, es pecado; no se engañe.
Usted no debería pensar en nada que esté empañado por cualquier especie de impureza. No acepte esos pensamientos. Mantenga un criterio firme en contra de los pensamientos impuros, especialmente de aquellos que provienen de un corazón sometido por la lujuria o la lascivia.
Piense en aquello que lo inspira a ser más noble. Lo quiera o no, usted terminará convirtiéndose en lo que piensa. Un pensamiento noble es aquel que no lleva malicia con él.
Piense en todo aquello que Dios aprueba. Por eso es importante que lea las Escrituras. De esa manera podrá emitir un justo juicio.
Piense hoy en todo lo que merece alabanza, en todo lo que tenga virtud. Medite en Dios y en sus planes.
Usted es mayordomo de su cuerpo y dueño de sus pensamientos. No maquine el mal contra nadie, no acepte ideas contrarias a las que la Palabra de Dios expone.
No permita que su mente se convierta en un cuarto de “San Alejo” donde todos ponen lo que no sirve.
Esfuércese por pensar en la manera como Jesús lo hizo. Su mente puede jugarle una mala pasada y exponerlo a una gran pérdida. Haga un inventario y saque lo que no sirve.
Pídale a Dios una mente pura.
¡Bendecido día!