El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad. Proverbios 14:29
Dicho de otro modo, este texto dice: el que se enoja, pierde.
Por la ira se han gestado las más absurdas historias de fracasos. De la ira han nacido grandes desgracias.
La Biblia no avala la ira, eso es claro. De hecho, la Biblia no invalida la ira, pero sí condena sus frutos.
¿Por qué? Porque la ira nubla la razón y anula la inteligencia. La ira entorpece los logros de la sabiduría.
Lo cierto es que aquel que vence la tentación de desbordarse en ira siempre tendrá la ventaja. Sin duda irá un paso adelante.
El hombre entendido sabe que la ira no es buena consejera porque casi siempre echa a perder los buenos planes de Dios.
Amado lector, no se viva como un esclavo de la ira. No reaccione a sus engaños. Recuerde que una persona airada nunca podrá hacer una lectura objetiva de las circunstancias.
Por el contrario, cuando una persona es controlada por la ira, quedará presa de sus propias suposiciones o de las interpretaciones, por lo cual nunca podrá valorar los hechos concretos.
Tenga cuidado con la impaciencia. Los impacientes suelen irse antes de que comience el show. No pierda la oportunidad de ver las maravillas de Dios por un ataque de ira o por una reacción sin fundamento.
¿Cómo le gustaría que lo recuerden? ¿Preferiría que lo recuerden como una persona iracunda que, en vez de buscar la empatía, generaba pleitos? ¿Le gustaría, en cambio, que lo recuerden como una persona que supo mantener el control en medio de las situaciones más exigentes?
Amado lector, bueno, le sería cultivar la paciencia y no reaccionar mal cuando nota que no están valorando su tiempo o sus capacidades.
Bueno le sería aprender a esperar. Bien, le haría a su matrimonio que usara el diálogo como medio y no los gritos como fin.
La ira acaba con los más hermosos castillos, destruye vidas y suele despedir grandes oportunidades.
¡Bendecido día!