Seguir a Jesús

Escrito el 09/09/2025
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” Lucas 9:23


Seguir el modelo de Cristo es lo que nos identifica como verdaderos cristianos, pues la vida cristiana consiste esencialmente en imitar a Jesús.

El llamado de Jesús para usted consiste en la interiorización de tres acciones constantes: negarse a sí mismo, tomar su cruz cada día y seguirlo.

“Negarse a sí mismo” se opone radicalmente al estilo del mundo, pues el estilo del mundo se caracteriza por la promoción del “señorío de mi voluntad” por encima de la voluntad de Dios.

“Negarse a sí mismo” es renunciar a sus propios e íntimos ideales, con el propósito de vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.

Quizá Dios aún siga esperando que usted renuncie a su agenda altiva y egoísta, para darle lugar a los planes maravillosos que Él tiene con usted.

“Tomar la cruz” es aceptar el desafío de identificarse con el Maestro en Su muerte. El apóstol Pablo declaró: He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.  Gálatas 2:20.

Simón de Cirene tuvo la experiencia de cargar la cruz juntamente con Cristo. Después de su jornada laboral, fue obligado a caminar con ella sobre su espalda hacia el lugar en el que Jesús sería crucificado. Lucas 23:26. Simón compartió el peso de la cruz con Jesús, ¿podría usted hacer lo mismo?

Sígame es otra manera de decir: imítame. Imitar a Jesús, entonces, es reproducir su estilo y hacer de sus convicciones las nuestras.

Un seguidor se caracteriza por su fidelidad y lealtad a la causa de Dios. Es fiel en momentos buenos, y lo es en momentos difíciles.

Un seguidor no renuncia a sus convicciones aunque atraviese circunstancias complejas o de mucha presión.

Amado lector, observe con cuidado las huellas de Jesús y asegúrese de pisarlas. Jesús le está haciendo la invitación más loable: ser su discípulo. Experimente esa gloriosa bendición de aceptar el llamado que Dios le sigue haciendo.

Bendecido día.