El sueño...

Escrito el 08/10/2025
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


No ames el sueño, para que no te empobrezcas; abre tus ojos, y te saciarás de pan. Proverbio 20:13.


La pereza empobrece, la diligencia enriquece. El hombre fue creado con la capacidad de ser productivo, ingenioso y creativo. 

Dios lo dotó de un mecanismo metabólico capaz de convertir el alimento en energía.  De hecho, el Hombre fue el primer prototipo de baterías de larga duración. 

Tanta energía podemos almacenar, que está comprobado científicamente que una persona podría vivir 40 días sin consumir alimento y aun así, su cuerpo estaría en condiciones para razonar, moverse y cumplir con todos los deberes cotidianos. 

Sin embargo, con frecuencia cedemos territorio a una idea no bíblica y antinatural que conocemos como pereza. 

No se confunda. La pereza es diferente al cansancio. Cansarse es natural, normal y necesario. La pereza es una idea, un estado de la mente. Como puede ver, no son lo mismo.

La pereza tampoco es un espíritu (como algunos creen). La pereza es una actitud producto de la condición de nuestra mente.

Lo cierto es que la pereza es un claro enemigo del progreso y la prosperidad. Cuando cedemos a la pereza, damos lugar al estancamiento. 

La pereza produce negligencia, y la negligencia atrae maldición. 

Amado lector, tenga cuidado con aplazar una y otra vez los asuntos que necesitan ser atendidos con urgencia.

Si escucha la voz de la pereza, usted no querrá congregarse, orar, leer la Biblia, trabajar o dedicar tiempo a sus responsabilidades. 

Procure descansar el tiempo que su cuerpo necesita. Los expertos hablan de 8 horas diarias. Más de ese tiempo podría constituirse en un serio problema. 

Ahora bien, el sueño puede ser físico, pero también puede ser espiritual. Quiero referirme al letargo. Esa actitud pasiva y tranquila. Sí, me refiero a la inactividad. 

Nada nuevo va a ocurrir si usted no cambia de actitud. Necesitará esforzarse y a veces trabajar muy duro para lograr sus metas y objetivos. Hágalo. Corra el riesgo de ganar.

¡Bendecido día!