Cuando mi mente se llenó de dudas, tu consuelo renovó mi esperanza y mi alegría. Salmo 94:19
La duda amarga el espíritu y trastorna el alma. Caminar con dudas en el corazón genera profundas crisis de inseguridad e incertidumbre.
¿Lograré las metas que me propuse? ¿Qué tanto cambiará mi vida el próximo año? Esas son algunas de las preguntas que nos hacemos cuando dudamos con respecto al futuro.
Las dudas aparecen cuando las presiones aumentan o cuando no está en nuestras manos cambiar las circunstancias.
Seguramente usted se siente presionado debido al momento que está atravesando. Una crisis matrimonial, un déficit financiero, una pandemia mundial o una crisis de nervios que le impiden mantenerse lúcido.
Sin importar cuál sea la génesis de sus dudas, hoy el Señor lo anima a confiar. Él renovará su esperanza y le dará alegría. Amado lector, las dudas le impiden tener paz, pero de Dios tiene la invitación para descansar y refugiarse en Él.
Yo le sugiero que enfrente sus dudas y permita que su confianza, esperanza y alegría venzan el desánimo que las circunstancias le han generado.
El Señor no lo ha dejado solo. Usted será lleno de una nueva esperanza y verá un nuevo amanecer. La noche terminará y entonces aparecerá la luz del día.
Aunque se sienta rodeado por un gran ejército que lo oprime, el Señor permanecerá a su lado para ser socio en su combate, para consolarlo en su dolor y para sanarlo en caso de que quedara alguna herida.
Recupere la esperanza, recupere la alegría; luche hasta que la consolación del Espíritu Santo lo envuelva.
En vez de dedicarse a cavar su propio hoyo, levántese y clame por la presencia vivificante del Señor. Sepa esto: cuando usted piensa haberlo perdido todo, el Señor aparece para darle lo que usted necesita: esperanza y alegría.
¡Bendecido día!

