¿Edifica?

Escrito el 17/05/2018
Ps. Gustavo Muñoz


Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica1 Corintios 10:23.

Usted goza de una grandiosa libertad, sin embargo, es necesario que se pregunte si aquello que quiere hacer o está haciendo edifica o no su vida.

No se trata de preguntar si es bueno o malo, sino más bien, de evaluar a la luz de las Escrituras si su acción o afecto lo está edificando.

Es un hecho que toda acción pecaminosa no debe ser considerada como un camino para usted. Por tanto, todo lo que haga debería provocar un amor mayor por las cosas espirituales.

Sus acciones no deberían dañar a otros; por el contrario, deberían inspirar a los demás a seguir los pasos de Jesús.

Pablo estaba convencido de que, frente a muchas de sus acciones que otros pudieran considerar dañinas, su conciencia no lo acusaría y él estaría libre de culpa.

Sin embargo, sus palabras son claras y sabias “todo me es lícito, pero no todo me conviene”.

Dicho en otras palabras su argumento era: "yo puedo hacer muchas cosas y no me sentiría mal por eso, sin embargo, aquello que quiero hacer y por lo cual yo no me sentiría culpable, no me edifica y tampoco me conviene, por tanto es inútil".

Cuide muy bien sus acciones. Sea estricto con lo que ve y con lo que oye. No sea de aquellos que intentan caminar lo más cercano a la línea del pecado y que van al límite tratando incluso, de tentar a Dios.

Juan Wesley, predicador inglés, se debatía entre diversas preguntas con respecto a sus acciones y al estilo de vida liberal de su época. Decidió entonces, preguntarle a su primera mentora: mamá ¿qué es pecado para ti?

Ella le respondió:

Cualquier cosa que debilite tu razón, que afecte la amistad con tu conciencia, que oscurezca tu percepción de Dios, o quite tu deleite en las cosas espirituales, en resumen, cualquier cosa que incremente la fuerza y la autoridad de tu carne sobre el espíritu, eso es pecado para ti, independientemente de que cuan bueno parezca.” Carta: Junio 8, 1725

Use muy bien su libertad. Hágase responsable de ella y no afecte a otros con lo que podría considerar como “inofensivas acciones”.

Cierre las puertas a la destrucción. Piense en que cada cosa que haga, diga o piense, debe glorificar al Señor y perfeccionar la obra del Espíritu en su vida.

No se permita cosas que pudieran debilitar su amor por Dios. Un hijo de Dios no elige entre lo bueno y lo malo, sino entre lo bueno y lo excelente.

Afine su visión y exíjase más. Use bien su libertad de conciencia y pregúntese siempre si aquello que hará lo edifica o no.

¡Feliz y bendecido día!