Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 1 Corintios 13:2
La acción de amar es una clara evidencia de que usted es realmente espiritual.
Si se lo propone, podrá hacer muchas cosas buenas por los demás. Sin embargo, ninguna de ellas superará el mandato de Jesús: amar a su prójimo.
Amar es, sin duda alguna, la fuerza más poderosa del mundo. Tan poderosa es, que vence al odio, destruye las enemistades, acerca los corazones divididos y da segundas oportunidades.
Dios quiere que sea un fiel reflejo de su amor. Su voluntad no es que hable de amor, su voluntad es ponga en cada una de sus acciones, una generosa cuota de amor.
Demuéstrele hoy a su pareja, familia, amigos o hermanos en la fe, que usted realmente es un discipulo de Cristo, y por lo tanto, tiene mucho amor para ofrecer.
La vida y las relaciones exigen la práctica de amar. Si se siente imposibilitado para amar, entonces lo animo a ir a la fuente del amor perfecto: Jesús. Él lo saciará y lo capacitará para amar como debe ser.
Cuando acude a Jesús, de manera extraordinaria Él comparte su naturaleza amorosa con usted y lo sacia para que pueda dar de lo que recibió.
Ame. Demuestre su amor. No asuma que la gente que lo rodea sabe que les ama, más bien, permita que ese amor se manifieste de forma natural.
Hoy sólo le diré: ame. No eche a perder sus bendiciones al permitir que su corazón albergue rencor o ira contra alguien. No se deje llevar por los impulsos de sus emociones.
Esa llenura lo hará libre y le dará la capacidad de amar de la manera correcta. No guarde rencor, ame. Pida al Señor que lo llene de amor por aquellas personas que hoy no están en sus afectos.
Con amor, su servidor.