Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. Filipenses 2:3.
Una de las manifestaciones de que el carácter de Cristo ha sido formado en usted, sin duda alguna, es la humildad.
Existen muchas definiciones de esta importante virtud, sin embargo, la Biblia contiene, a mi parecer, la definición perfecta. Humildad es la resolución de apreciar o estimar a los demás, como superiores a uno mismo.
La humildad de una persona no está determinada por la ropa que usa o el dinero que tiene, va mucho más allá. Trasciende la concepción material, y nace en el centro mismo de la voluntad del hombre: el corazón.
Tal vez usted haya conocido personas pobres pero orgullosas. Así mismo, personas con mucho dinero pero nobles, humildes.
Se ha preguntado alguna vez por aquello que Jesús le pediría que aprendiera de Él. Yo me he hecho esa pregunta y creo tener una respuesta que me gustaría compartir con usted.
Jesús dijo: “aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”. Mateo 11:29. Cuando se trata de imitar a Jesús, la humildad y la nobleza son su prioridad.
Observe algo: Jesús no dijo que deberíamos conocer todos los misterios espirituales o ser doctores en doctrina. Él dijo algo mucho más básico y a la vez complejo, Jesús dijo: “aprendan de mí que soy manso y humilde".
Es que en esencia, el “ser” es más importante que el “saber”. Al parecer, la humildad y la nobleza, son la entrada a una sana y verdadera concepción de la vida cristiana.
Un matrimonio en el que reina el orgullo o prima el bien individual, no funcionará. Usted no tendrá relaciones sanas y duraderas si antes no rinde su corazón al Señor para que Él lo trasnforme y le enseñe humildad.
Imagine a Jesús. Él, siendo Dios y rey del universo, se hizo semejante a nosotros, abandonando su condición de privilegio en su ruta hacia la cruz.
Si considera esta verdad bíblica, ¿no cree que debería anhelar cambios profundos en su manera de ser? Cristo le ha dado ejemplo, sígalo.
El orgullo, la altivez y la vanidad, no solo han destruido personas, también familias y sociedades enteras.
Aprenda a reconocer a los demás como superiores a usted mismo. Propóngase reconocer las habilidades y las virtudes de las personas que le rodean, mi consejo es que empiece por casa.
Reconozca las virtudes y cualidades de su cónyuge y de sus hijos. No permita que el egoísmo o el deseo de estar por encima de los demás, se conviertan en el timón de sus decisiones.
Apártese por un momento y vaya a los pies de Jesús. Pídale que le permita ser humilde y noble como Él.
Es probable que a usted le estén ocurriendo cosas grandiosas, por favor, conserve la humildad y la nobleza, ambas virtudes son tesoros del carácter.
Con amor, su servidor.