Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría. Eclesiastés 7:10.
Un conquistador genuino no disfruta hablar de sus triunfos pasados tanto como de sus desafíos futuros.
Aquel que vive de las victorias pasadas, se arriesga peligrosamente a convertirse en un esclavo de sus amarguras presentes. Ciertamente, los logros consuelan, pero los retos engrandecen el alma y forjan el carácter.
Dios mira con gran interés el futuro porque Él no solo es visionario sino además, el Conquistador por excelencia.
Sabio es Dios al aconsejarnos que preguntar las razones por las que vivimos mejores tiempos en el pasado, sin duda alguna, es una necedad. Eso dice la Biblia cuando afirma “porque nunca de esto preguntarás con sabiduría”.
¿Será por eso que la esposa de Lot se convirtió en estatua de sal cuando miró hacia atrás? Mirar atrás es peligroso y perderse de un gran provenir puede ser la consecuencia.
El común de la gente suele liberar sus frustraciones acordándose con nostalgia o enojo de las razones que hicieron del pasado, sus mejores tiempos. De allí que el esposo le dice a su cónyuge: ¿Por qué éramos más felices cuando recién nos casamos?
Dios ha labrado un camino nuevo para usted, por lo tanto, no añore las sendas antiguas por las que un día caminó. Nadie puede llegar a una nueva estación en su vida, si antes no abandona aquella en la que se encuentra ahora, y nadie puede ingresar a una Canaán, si antes no abandona un Egipto.
Las estaciones del año saben esto. El verano no aparece hasta que el invierno decide irse. Mire el futuro, enlístese y camine hacia adelante, Dios lo ayudará.
“Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante”. Apóstol Pablo. Siglo I.
¡Bendecido día!