Dios no me oye.

Escrito el 12/06/2021
Ps. Gustavo A. Muñoz L.


 

Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 1 Juan 5:14


¿Se ha preguntado por qué siente que Dios no escucha su oración?

Hay oraciones que Dios no escuchará jamás, pues su disposición a escuchar, está sujeta al espíritu de nuestro clamor, al objetivo de nuestra oración.

Si un hombre o mujer orara para que una persona casada abandone su hogar y formalice una aventura amorosa, esa oración no será atendida por el Señor.

De la misma manera debemos pensar en la persona que planea el mal contra otra, y que antes de llevar a cabo su macabro plan, “ora” para que Dios lo guarde mientras comete el crimen.

Las mismas circunstancias acompañarán a aquel que “ora”, antes de llevar a cabo un engaño.

¿Desde cuándo Dios tiene dos caras? ¿Cómo es que las personas usan su fe para “obligar a Dios” a que bendiga sus destinos sin antes limpiar su camino?

No es así cómo funciona.

Amado lector, la espiritualidad está devaluada. Sí, lo está, porque hemos adoptado una imagen de Dios que se acomoda a nuestra conveniencia. Hemos hecho de Él una terrible adaptación.

La pregunta que me queda es: ¿en vez de tratar de adaptar a Dios a nuestro estilo, estamos dispuestos a adaptarnos a sus exigencias y voluntad?

Me gustaría decir entonces que podemos contar con el oído de Dios, siempre y cuando nuestra petición reconozca Su voluntad y se pueda alinear con el delicado trazo de su pincel soberano.

Aquel que cree que Dios escucha oraciones caprichosas y egoístas, se engaña. Estoy seguro de que, antes de oír lo que pedimos, Dios se ocupará de cambiar las curvas morales de nuestro corazón.

Juan lo anticipó. Dios escucha la oración que se alinea con su voluntad, pero no escuchará oraciones y tampoco responderá peticiones que se opongan a su santidad y perfección moral.

En este punto es primordial recordar las palabras de Jesús cuando oró pidiendo que, sobre su voluntad o deseo, se hiciera la voluntad del Padre.

Recuerde que la oración no consiste tan solo en pedir. Cosiste además en saber pedir.

Bendecido día.