Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová. Ezequiel 37:14.
Usted es morada del Espíritu Santo. ¡Cuán dichoso debería sentirse por haber recibido la dulce y poderosa presencia del Señor!
La verdadera vida comienza cuando su débil naturaleza se entrelaza con la santa y pura belleza del Espíritu de Dios.
El hombre es el único recipiente que alcanza tanto valor, no por el material del que fue hecho, sino por el contenido del cual está lleno.
La promesa de Dios aún está vigente. Él quiere llenarlo con su Espíritu. Él no quiere que usted esté vacío.
De hecho, la vida que usted recibió al ser concebido, no es suficiente. Ese tipo de vida es común, es corriente; pero la vida que produce el Espíritu Santo cuando mora en nuestro interior, trasciende lo mortal y nos capacita para cumplir el propósito de Dios.
Amado lector, lo que en realidad necesita, es el regalo del Espíritu Santo llenando cada espacio en su ser.
Entienda una cosa: Dios, no solo quiere acompañarlo y guiarlo desde afuera, Él quiere ordenar su vida desde adentro.
Hay una promesa más para su vida: el reposo. Reposar no es estar quieto, reposar es experimentar la paz de Dios.
Puede que usted sea un cristiano de mucho tiempo, o quizá de pocos meses, pero lo cierto es que el descanso y el reposo vendrán cuando su vida sea controlada por los impulsos del Espíritu de Dios y no por la astucia en sus decisiones.
El verdadero reposo aparece cuando usted se rinde al dominio del Espíritu de Dios, y renuncia a seguir batallando en sus propias fuerzas.
Nunca será tan dichoso como cuando el Espíritu Santo toma el control de sus pensamientos y de sus acciones.
No intente agradar a Dios en sus fuerzas. Tampoco se fatigue intentando hacer lo correcto sin antes pedir intensamente y recibir abundantemente los ríos de la vida de Dios.
No se resigne a vivir una vida común, clame pidiendo el tipo de vida que Dios le está ofreciendo.
Su verdadero norte es ser lleno del Espíritu Santo. Totalmente lleno de la presencia de Dios y vacío de cualquier afecto pecaminoso por el mundo.
Pida la llenura del Espíritu Santo, Dios se la dará.
¡Próspero día!

