“¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.” Santiago 4:13-14
El presente es seguro, el mañana es incierto. Espere, no me malinterprete. Con esto no quiero desvirtuar sus planes y mucho menos atropellar sus sueños, lo que quiero decirle es que “cada día, indiscutiblemente, trae su propio afán”.
Cuando planifique, sea consciente de que no todas las variables están en sus manos. Hay fenómenos que no podrá controlar, y es allí cuando se hace aún más necesario, confiar en Dios.
Amado lector, esfuércese por vivir su presente caminando de la mano de Dios. Usted pierde vida mientras piensa en el mañana con una actitud egocéntrica, es decir, como si usted tuviera total control, cuando en realidad no es así.
¿Le parece bien si hoy hace una pausa y mira detenidamente el lugar donde está? Observe. Mire a su familia, mire a su cónyuge, mire su trabajo y piense: ¿qué es lo que tiene? Esas son sus bendiciones que en ocasiones descuida, por pensar tanto en lo que será y no en lo que es.
Usted es mamá, papá, hijo, hermano, etc. Bueno, entonces séalo intensamente hoy. Hoy lo animo a que en vez de pensar en quién se quiere convertir, piense en quién es, qué tiene ahora. Le aseguro que solo ese ejercicio le ayudará a experimentar una mayor alegría.
Estoy recordando las palabras de Jesús a su madre cuando le dijo: “qué tienes conmigo, mujer, aún no ha legado mi hora”. Jesús, a diferencia de usted, no sufrió de ansiedad. Él entendía muy bien los tiempos de Dios. No se adelantaba, no se atrasaba.
¿Qué piensa usted acerca de “su hora”? ¿Cree que está listo o la ansiedad le hace pensar que lo está? Aguarde. No se deje llevar por el afán. Una maniobra a alta velocidad suele ser más difícil que cuando viaja a una velocidad prudente.
Antes de hablar sobre el mañana, acostúmbrese a pensar que el futuro no le pertenece. Viva intensamente el hoy, para las cuestiones del mañana, el Señor continuará ayudándolo. Amado lector, descanse en el Señor y confié en su benevolencia.
Bendecido día.