Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación. 1 Tesalonicenses 4:3.
¿Se pregunta hoy con gran interés cuál es la voluntad de Dios para usted? ¿Debe tomar una decisión hoy y le ocupa acertar?
Entonces trataré de persuadirlo. La voluntad de Dios para todos los creyentes es que estos sean santos. Sí, la voluntad de Dios es que usted sea santo.
Dios es santo y ese es su más importante atributo. Dios tiene en su corazón grandiosos sueños con usted, pero créame, ninguno como este: santificarlo y limpiarlo de toda especia de mal.
Si hoy debe tomar una decisión, decida por la santidad. Si su inversión, salida, cita o su próxima conversación lo inspirará a santificar el nombre de Dios, entonces hágalo, de lo contrario, desista.
Al acercarse y buscar el rostro de Dios en esta mañana, procure orar por su santificación. Ore por una experiencia real en la que su vida se sumerja en el río purificador del Señor.
Dios quiere santificarlo porque solo así, usted podrá disfrutar de una vida plena. Solo así, sus ojos se abrirán para contemplar la belleza de Dios con los ojos de la pureza.
Amado lector, no escatime lágrimas o incluso ese sentimiento de luto si debe arrepentirse por haber pecado contra Dios.
Sea diferente. Si usted es un hijo de Dios, entonces no viva como cualquier mortal. Usted ha sido redimido, lavado y apartado para un propósito grandioso en Dios. No lo eche a perder, no lo tenga en poco.
Cuando practica la santidad, lo que en realidad está haciendo es glorificar el nombre de Dios. Dios se deleita en los que le temen y se apartan de la maldad.
Ocúpese de vivir una vida que agrade a Dios. Decida, piense y actúe de tal manera que Dios halle deleite mientras lo observa desde el cielo.
Su vida produce un particular olor, y Dios tiene un incomparable olfato. ¿Qué olor percibe Dios en su conducta? Su vida debe ser como aquel perfume de alabastro puesto sobre la cabeza del Maestro; su vida debe producir un olor agradable a Dios.
Consagre su vida a Dios hoy. No transite por esos oscuros caminos por los que un día caminó. No se entregue al poder destructivo del mundo, viva para Dios.
Alejarse de la maldad valdrá la pena. Compruébelo. Si usted decide vivir para Dios, entonces caminará en paz y tendrá un lugar reservado en el reino de Dios.
Amado lector, escoja y experimente solo aquello que contribuya a su santificación. Puede que sus amistades lo hagan reír, pero ¿quién lo consolará cuando el peso de la culpa lo esté consumiendo?
Dios quiere santificarlo. ¿Usted lo quiere? ¿Puede amar intensamente a ese Dios que quiere sacarlo de las tinieblas?
Verdadero amor es morir para que alguien pueda ser libre del pecado. Si usted cree en esto, entonces crea también que no hay mejor forma de hacer feliz al Padre celestial, que amando su gloriosa luz.
¡Viva limpio y puro!