Pero se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado— cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre busca personas que lo adoren de esa manera. Juan 4:23
Fuimos creados para adorar y exaltar a nuestro Creador. Sin embargo, a lo largo de la vida pasamos más tiempo venerando nuestras insignificantes acciones o triunfos, que reconociendo la grandeza inigualable de Dios.
Fíjese bien en el tipo de personas que Dios busca atentamente y con sigilo. Él no está buscando personas exitosas que lo representen, tampoco gente talentosa que hable bien de Él. Dios busca adoradores.
Piense por un momento en esto: ¿acaso no se busca tan solo aquello que existe en pequeñas cantidades? Nadie busca lo que abunda, se busca lo realmente útil y necesario.
Amado lector, usted debe intensificar su adoración a Dios. El llamado que Dios le hace en este día, es a adorar y a ofrecer en el altar su vida.
Si usted permite que su altar sea destruido ¿qué quedará entonces? ¿Cuál será su futuro? Le aseguro que no podrá esperar mucho.
Permítame entonces compartir con usted algunas razones por las cuales debe adorar: En primer lugar, cuando adora, las vías que lo comunican con Dios son despejadas. Es así como percibirá que vuelve a conectarse con el Espíritu de Dios, y su corazón se “calibra” con el sentir de Dios. Yo llamo a este comportamiento “la ley del enfoque”.
Enfocarse significa retomar la ruta. Es por eso que, cuando sentimos que hemos perdido el norte, la mejor manera de regresar al camino, es adorando.
En segundo lugar, adorar vivifica el espíritu del hombre. Los ataques espirituales y las manifestaciones de la carne buscan destruir la obra del Espíritu Santo en nosotros. Sin embargo, cuando adoramos, la vida de Dios envuelve nuestro espíritu que desfallece y le devuelve el aliento.
Por eso, cuando usted se sienta débil, esfuércese por adorar y comprobará que el aliento de Dios está disponible para usted. A este comportamiento lo llamo “supervivencia espiritual”.
En tercer lugar, recuerde que a Dios le complace ser adorado. A este efecto lo llamo “la ley del placer”. El ser humano es por naturaleza egoísta. Eso significa que buscamos nuestro bien, por encima del de los demás. Esta realidad también se aplica a la vida espiritual, pues con frecuencia nos negamos a adorar básicamente porque no estamos en plena disposición para hacerlo.
Dicho de otro modo, “no nos sentimos bien”. La negación del hombre o la mujer de Dios, complace a Dios. Lo animo a que busque el placer de Dios antes que el suyo. Le aseguro que si usted busca agradar a Dios en vez de agradarse a usted mismo, su vida espiritual florecerá y será poderosamente bendecido.
Adore.
Con amor, su servidor.