Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Job 22:21.
Una verdadera amistad con Dios exige situar sus intereses por encima de los nuestros (Génesis 22:1-4).
Los amigos de Dios, fueron personas confiables, obedientes, humildes y radicales en sus decisiones.
Jesús es el ejemplo por excelencia de un verdadero amigo de Dios. Tal vez, una de las mejores muestras de su inquebrantable amistad fue su fidelidad al Padre, y es que, una relación de amistad no exige menos que eso.
Hoy quiero desafiarlo a convertirse en un amigo de Dios. Le aseguro que los beneficios que experimentará superarán sus expectativas.
Una evidencia clara de la amistad del hombre con Dios, es que ese hombre puede tener paz y descansar aun en medio de las pruebas, desiertos y tormentas más difíciles, porque está confiado en Aquel que dijo que no le dejaría ni lo desampararía.
La paz es un beneficio que se obtiene únicamente a través de un vínculo real y vivo con Jesús, El Hijo de Dios.
Cuando nos reconciliamos con Dios, como consecuencia de esa amistad con Él, nuestra vida se parte en dos, una vida antes sin Cristo y otra vida después con Cristo.
Nuestra amistad con Dios, no solamente nos prosperará, sino que también nos blindará frente a diversos fracasos innecesarios de la vida.
Amado lector, su más grande inversión debe hacerla en el fortalecimiento de su relación con Dios.
Disfrute este día.