La lengua puede traer vida o muerte; los que hablan mucho cosecharán las consecuencias. Proverbios 18:12
Su lengua produce vida o muerte, entonces esfuércese por hablar vida y no muerte.
Aplique la fe a su lenguaje y le aseguro que usted comenzará a gozar de grandes beneficios.
Jesús dijo que lo que contamina al hombre es lo que sale de él y no lo que entra. Eso significa que, nuestras palabras tienen el poder de alentar y animar, como también el poder de debilitar y destruir.
Hable de acuerdo a su fe y no de acuerdo a sus circunstancias. Procure destacar las cosas buenas de la vida, en vez de concentrarse en los malos momentos.
Las personas que hablan negativamente, por defecto, suelen albergar con mayor facilidad, amarguras y heridas no sanadas en sus corazones.
Tenga cuidado con lo que dice. Si no tiene nada bueno que decir de una persona, procure no tener su nombre en sus labios.
Mida sus palabras y ejerza el dominio propio cuando tenga la intención de hablar. Por cierto, evite hablar cuando la influencia de la ira se haga presente.
Las palabras que pronuncia, bajo los efectos de la ira, suelen dañar los sentimientos de los demás. Usted ha sido creado con la capacidad de bendecir a otros con sus palabras, entonces, cambie su manera de hablar.
Hablar bien, a veces se escuchará mal. Sin embargo, ser educado y respetuoso en un mundo que se opone a los valores y buenas acciones humanas, es la responsabilidad que todos recibimos de Dios.
Amado lector, cambie su manera de hablar. Recuerde que en su lengua hay vida o hay muerte.
Tenga presente el consejo de las Escrituras: en el mucho hablar, no falta pecado. Sea prudente y mantenga el control de cada una de las conversaciones que sostendrá.
Dios quiere que viva consciente del poderoso efecto de sus palabras, por eso, hable lo bueno y haga buen uso de sus palabras.
Feliz y próspero día.