Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:5
“Si quiero buenas manzanas, necesito tener un buen manzano. Si cuido la salud del manzano, el manzano me dará buenas manzanas”.
Y es así con nuestra vida y trabajo cristiano: si nuestra vida con Cristo está bien, todo estará bien.
¡Qué cosa simple es ser un pámpano, el pámpano de una vid! El pámpano sale de la vid, vive y crece, y en su debido tiempo lleva fruto. No tiene ninguna responsabilidad, excepto la de recibir la savia que llega desde la raíz, del tallo, siendo también su alimento.
A pesar del privilegio que tenemos al ser llamados “pámpanos” muchas veces nuestras tareas son un motivo para separarnos de la vid, de tal forma que terminamos secándonos y dañando el fruto.
Su vida debe ser una vida de dependencia absoluta. El pámpano no tiene nada; depende de la vid para todo.
Dependencia absoluta es uno de los más solemnes y preciosos pensamientos. Si yo puedo aprender en cada momento del día a depender de Dios, todo saldrá bien.
Usted debe aprender este principio: si soy algo, luego Dios no es todo; pero cuando me convierto en nada, Dios puede convertirse en todo, y el Dios eterno en Cristo puede revelarse a sí mismo completamente.
La dependencia absoluta de Dios es el secreto de todo el poder en acción. El pámpano no tiene nada, excepto lo que recibe de la vid. Depender total y absolutamente de Dios, es confiarle totalmente el control de todas las cosas.
La vida del pámpano no es solo una vida de entera dependencia, sino también de profundo descanso.
Lo cierto es que estamos tan preocupados por hacer cosas en este mundo, que nos olvidamos que el descanso hace parte de los mandamientos, la doctrina y la necesidad humana; y nada en este mundo puede dar el descanso que proviene de la vid que es Cristo, por tanto, sumergirnos en dicho descanso, es la invitación de Dios para usted cada día.
Tal vez usted sea ágil, tenga el don de liderazgo y sea muy inteligente, sin embargo, con todo su apuro y esfuerzo en la obra de Dios, nunca prosperará. Lo primero que debe hacer es venir y descansar en el Señor Jesús.
En tiempos buenos o en tiempos malos, Cristo siempre ofrece descanso y paz. Un poeta expresó: en tu fuerte mano me rindo de manera que la tarea sea hecha; pues ¿Quién puede trabajar tan maravillosamente como el Poderoso?
Amado lector, dependa de Dios para todo y aprenda a descansar.
¡Bendecido día!