Por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Mateo 25:25.
¡Cuánto daño nos hace el miedo! El miedo es sutil. A veces se disfraza de prudencia, decencia o inteligencia, pero de cualquier modo, su propósito será privarnos de la bendición de Dios.
Por miedo perdemos oportunidades. Por miedo dejamos de alcanzar sueños y anhelos que Dios ha liberado como regalos para nosotros.
El miedo tiene el poder para lisiar el alma o para frustrar una vida. Amado lector, Dios demanda de su iglesia temor reverente; jamás se complace del miedo de los creyentes.
La Biblia declara: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:7.
En el miedo no obra la verdad de Dios. En el miedo, en cambio, el enemigo suele moverse a sus anchas para atormentar a los escogidos.
Amado lector, si quiere avanzar, tendrá que hacerle frente a los miedos que paralizan su corazón. Deberá asumir riesgos, usar su fe y atreverse.
Esconder su talento, habilidad o virtud, no es una sabia decisión. Todo lo contrario, es realmente contraproducente y nocivo.
Use lo que Dios le ha dado. Ponga en el altar del Creador su habilidad y aprenda a usarla para beneficio del reino de Dios.
Sea productivo. El deseo de Dios es que usted pueda dar más fruto del que ya ha dado. Una vida improductiva no refleja una fe madura. Todo lo contrario, es una clara señal de que sus convicciones están estropeadas.
No admita en su vida las excusas basadas en conceptos espirituales contradictorios. Si usted tiene una visión grandiosa de Dios, entonces levántese y póngale acción a su vida.
Yo me encuentro a creyentes que alardean de tener experiencias grandiosas con Dios, pero no se atreven a salir de su burbuja o de su zona de seguridad. No comparten su fe con otros, y temen que otros los vean con una Biblia en la mano. Eso no es lógico.
Afirman estar cerca del corazón de Dios, pero ignoran el llamado al servicio y al compromiso cristiano.
Glorifican a Dios por el talento que recibieron, pero no lo usan para hacer famoso el nombre de Aquel que se los confió.
Haga buen uso del talento que recibió.