Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Juan 15:11.
Una vida de gozo constante es posible. ¿Por qué conformarnos con vivir tristes o cautivos de la amargura, cuando el Señor quiere llenarnos de Su gozo?
El gozo es un regalo divino. No lo producimos nosotros; de hecho, quien lo produce en nuestros corazones es el Espíritu Santo.
El gozo es, por tanto, una clara muestra de que nuestra salud espiritual es buena. Sonreír, reír en medio de las dificultades o mantenerse alegre es una señal de que el Espíritu de Dios está obrando en nuestras vidas.
Los médicos han comprobado que el gozo juega un papel fundamental en la vida de sus pacientes. De hecho, muchas enfermedades físicas están relacionadas con crisis emocionales como resultado de un trauma o evento fortuito.
Tal parece que un paciente que sonríe y muestra una actitud positiva ante la enfermedad suele recuperarse más rápido de lo normal.
El gozo es una necesidad. Cuando lo tenemos, gozamos de mejores relaciones con los demás. Cuando no lo tenemos, terminamos dañando el corazón de otros por causa de nuestra pesada y amarga actitud.
Amado lector, determínese a vivir alegre. Pídale al Señor en este día que llene su corazón de gozo, de una alegría real, consistente y permanente.
La vida va mejor cuando estamos alegres. Notará que los problemas serán desafíos y los obstáculos, oportunidades.
Le aseguro, además, que en su círculo de amistades notarán en usted un nuevo semblante, un estilo agradable de vivir la vida y, sobre todo, una verdadera muestra de que su fe es real.
Lo invito a mirarse en el espejo, a contemplar su rostro y a responder la siguiente pregunta: ¿tengo el gozo de Dios en mi vida?
Cualquiera que sea su respuesta, recuerde que el Espíritu Santo quiere llenarlo de gozo.
Deje a un lado la queja, deje atrás el lamento y abra su corazón para recibir el gozo del Señor.
¡Deseo para su vida mucho gozo!