Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado. Jueces 7:2.
Gedeón debía enfrentar un gran ejército. Se trataba de una multitud de guerreros violentos y expertos en el manejo de armas.
Había llegado a ese punto, porque Dios mismo le encomendó la tarea de librar al pueblo de Israel del dominio de los madianitas (6:14).
Con 32.000 hombres dispuestos a pelear, Gedeón pudo sentir un poco de tranquilidad. Sin embargo, Dios optó por reducir su ejército a 10.000 hombres.
No satisfecho con eso, Dios volvió a intervenir, esta vez, para reducir su ejército a 300 hombres.
Fue así como Gedeón, con 300 hombres, venció al ejército de los madianitas de forma sencilla e inesperada.
Esta fabulosa historia me hace pensar en lo mucho que podemos lograr, cuando estamos del lado de Dios.
Amado lector, en ocasiones, se sentirá solo y quizá imposibilitado, pero créame, el respaldo de Dios será suficiente para enfrentar al más cruel y numeroso ejército.
La verdadera ayuda viene de Dios. La estrategia ganadora proviene del Espíritu Santo, no de una fuente humana.
Dios nos conoce. Él sabe cuándo necesitaremos un bastón para apoyarnos, y cuándo es mejor quitárnoslo.
En el caso de Moisés, su llamado lo requería, por eso Dios se aseguró de que Moisés se presentara ante Faraón con una vara.
En el caso de Gedeón, la ayuda humana sería un problema. Por eso Dios se la quitó y le demostró que no se trata de cuántos están con nosotros, sino de Quién nos respalda.
No tema, usted y Dios conforman el equipo ganador. El Señor le mostrará su gloria y poder, lo ayudará a vencer aun cuando se sienta reducido e ínfimo frente al ejército que intenta destruirlo.
Tranquilo, confíe, pelee y gane.