Adorar siempre

Escrito el 16/05/2025
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice. Isaías 43:7


Rick Warren, pastor y escritor cristiano, afirmó que uno de los propósitos de la iglesia es adorar. La iglesia se reúne para adorar a Dios, puesto que, mientras oran, adoran a Dios; mientras cantan, adoran a Dios; mientras viven, adoran a Dios; en fin, toda acción de la iglesia, dentro o fuera del templo, tiene un propósito transversal: adorar.

De hecho, hay un tipo de personas que Dios está buscando en toda la tierra: adoradores que adoren en espíritu y en verdad. Juan 4:23. Adorar es dirigir nuestra vida enteramente a Dios. Es vivir para Dios, amarlo en todo lo que hacemos y proclamar con nuestro estilo de vida que Él es Dios Único y puro en todo el universo.

El amor a Dios es el fundamento y la esencia de una experiencia de adoración genuina. Jesús dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Lucas 10:27.

En este contexto, Jesús se está refiriendo a la salvación; sin embargo, esto significa que el fruto de aquellos que hemos sido redimidos por Jesús es el amor, y amar es la expresión fiel de la adoración.

Somos adoradores cuando nuestras costumbres, hábitos y toda clase de decisiones que tomamos glorifican a Dios. La adoración que ofrecemos está íntimamente conectada a la exaltación de Su santidad. Los ángeles cantan día y noche: santo, santo, santo (Isaías 6:3). No cantan acerca de otro atributo. No dicen: bueno, bueno, bueno. 

En consecuencia, afirmamos que adorar es un estilo de vida. Cuando vivimos en santidad, estamos rindiendo adoración al Señor. Las escrituras dicen: Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:20.

Un adorador no solo canta, vive en obediencia. Un adorador no escatima recurso, bien material o incluso su propia vida con tal de dar a Dios lo mejor. Un adorador no repara entre sus placeres o la voluntad de Dios, siempre piensa que es más importante hacer lo que Dios espera. 

Jesús adoró en el huerto de Getsemaní. Tal vez no cantó, pero estuvo dispuesto a renunciar a su voluntad con tal de hacer la del Padre. No hay mejor muestra de una adoración sincera que renunciar a nuestros propios planes con tal de llevar a cabo los planes de Dios. Eso nos convierte en verdaderos adoradores.

Sea un adorador.

¡Bendecido día!