Llenos de Dios

Escrito el 06/12/2023
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


Tú me satisfaces más que un suculento banquete; te alabaré con cánticos de alegría. Salmo 63:5.


Así como nuestro cuerpo pide ser alimentado, de la misma manera lo requiere nuestro espíritu. Alimentamos nuestro espíritu cuando oramos, ayunamos, meditamos en la palabra y nos congregamos. El rey David hizo todo eso y comprobó que todo aquel que busca a Dios con hambre en su interior, quedará más satisfecho que aquel que comió un suculento banquete.

Jesús dijo: bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Dios no satisface al que está lleno, pero si al hambriento. El hambre espiritual es la llave que nos permite crecer en nuestra relación con el Espíritu Santo.  

Cuando ayunamos, priorizamos los alimentos de nuestra dieta y lo que le decimos a Dios es: Señor, tú eres mi porción, en ti está mi verdadero placer; tú me satisfaces, por eso te alabo. El hambre espiritual te llevará a conocer más a Dios. Él se revela no solo a quien quiere, sino a aquellos que de corazón lo anhelan.

Pide al Señor que te libre de los estereotipos religiosos, del pensamiento tradicional y busca con verdadero desespero la presencia de Dios. Sumérgete en el Señor y permite que él te transforme. Que mengue por el Espíritu Santo, el poder de tu cuerpo sobre tu mente, así como la ansiedad de tu alma que oprime tu corazón.

Cuando tenemos hambre de Dios, su gloria no se hace esperar. Él mismo se hace presente para cambiar todo lo que esté a su paso, nada puede quedar igual. Tener más hambre de Dios es todo lo que hoy necesitas. Hoy, Dios continúa buscando personas que no solo se presenten ante Él para pedir aquello que Él sabe que necesitan, sino personas que tengan hambre por su presencia.   

¡Bendecido día!