Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1.
Seamos honestos y reconozcamos que, la mayor parte del tiempo que vivimos, estamos en la búsqueda de resolver asuntos meramente terrenales.
Hablamos durante horas del menú del almuerzo. Planeamos unas vacaciones durante años o meses y trabajamos duro para llevarlas a cabo. Ahorramos para comprar un bien material que necesitamos o anhelamos, y en ese ejercicio sacrificamos cosas realmente importantes.
Pero me pregunto: ¿hacemos lo mismo cuándo se trata de alcanzar un logro espiritual? ¿Cuánto tiempo, recursos o energía, invierte usted con tal de gozar de una experiencia espiritual genuina?
Haga el ejercicio y concluirá que, aunque ya no vive perdido en las cosas del mundo, sí está ligado intensamente a una vida terrenal en la cual intenta llenar algunas expectativas que probablemente ni siquiera provienen de su interior, sino de la influencia de otros.
Soy un pastor joven, pero mis pastores llevan décadas en el ministerio y ellos podrían dar fe de que las personas, en su mayoría, solicitan consejerías porque hay situaciones terrenales que se les han salido de control.
Un bajo porcentaje de las solicitudes, tiene que ver con el deseo de crecer, madurar en la fe y servir. Esto dice mucho acerca de los temas o asuntos que mueven la voluntad de las personas.
Ahora le pregunto: ¿la meditación de hoy tiene algo que ver con usted? Yo creo que sí. Tiene mucho que ver con usted, y conmigo.
Me parece justo que hagamos una pausa y dejemos de mirar al frente. Cuando era niño y luchaba con mis complejos e inseguridades, mis padres me decían: no mires hacia el suelo, mira al frente. Aquello me costaba más de lo que imagina.
Con el tiempo, pude sobreponerme a las ráfagas de mis complejos y aprendí a mirar a las personas a los ojos. Pero a decir verdad, a mis padres les faltó enseñarme a “mirar hacia arriba”.
Cuando sea mi turno de enseñar, algo tengo claro: no solo les enseñaré a mis hijos a mirar al frente; les entrenaré para que aprendan a mirar hacia el cielo. Poner la mirada en las cosas de arriba significa vivir en la realidad del reino de Dios, evitando así ser presos del sistema de este mundo ingrato y engañoso.
Eso puede sonarle en extremo religioso, pero es así como Dios quiere que usted piense. Si pierde algo y su mirada está en las cosas de arriba, le aseguro que no terminará preso de la amargura.
Si alguien traiciona su confianza, tampoco le dolerá tanto como para rendirse y abandonar su fe. Si su mirada está en las cosas de arriba, le aseguro que le costará menos ser más generoso. Se le hará sencillo servir a Dios. Amado lector, ¿hacia dónde está mirando?
Hay una ley en la conducción que reza: “a dónde va su mirada, hacia allá va su vehículo”. Es simple. La salud de su corazón está en el objeto de su visión. Busque las cosas de arriba.
Feliz y próspero día.