Denuedo espiritual

Escrito el 27/02/2024
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. Hechos 4:31.


Los apóstoles estaban enfrentando la persecución. Desde el comienzo, la predicación del evangelio de Jesús ganó enemigos por montón. Las cárceles estaban a la orden del día, listas para poner en ellas a los seguidores del “falsamente” llamado Mesías. 

En medio de las presiones y las dificultades, los apóstoles acudieron al Señor en oración y ruego, pidiéndole nuevas fuerzas para seguir cumpliendo con su llamado. Sabia manera la que escogieron para hacerle frente al cansancio y al desánimo. 

Dios respondió poniendo en ellos su misma presencia. De esta manera continuaron con la misión que habían recibido de parte de Dios. 

¿Se ha encontrado en circunstancias en las que no sabe diferenciar entre cansancio, desánimo o lo que llamamos fatiga espiritual? Los apóstoles lo experimentaron y eligieron el efectivo recurso de la oración.

La oración sigue vigente. Sin fecha de vencimiento o de caducidad, la oración continúa siendo el bastón de la iglesia. Sobre él descansan nuestros miembros fatigados. En él se apoya el cuerpo de Cristo.

Siendo la oración una disciplina que aviva su espíritu y lo acerca al Señor, en ocasiones hacemos de ella una cenicienta sin belleza, sin relevancia y sin atractivo alguno. 

Sin embargo, la Biblia nos ayuda a recordar la inmensidad de sus poderosos efectos. Note que el texto dice: “cuando hubieron orado”. ¿Le parece una expresión llamativa? A mí me resulta fabulosa y muy deciente.

Amado lector, incluso aquellas oraciones que salen de su corazón con desánimo, y sin mayor motivación, tienen un poderoso efecto.

Una vez que los apóstoles oraron, el lugar tembló. Detrás de esta declaración hay una gran verdad: “la oración provoca movimientos profundos, sacude cimientos”. 

Verá que hay fortalezas tan sólidas en nuestra mente, que solo la oración podrán derribarlas. Necesitamos temblores que remuevan nuestras fracasadas costumbres y que sacudan las débiles convicciones.

La verdadera oración filtra las tradiciones y convierte el corazón. 

El resultado no pudo ser mejor. Todos fueron llenos del Espíritu Santo. La oración sacude, pero también ocupa. Nada que esté vacío debe permanecer así. Su mismo cuerpo ratifica esta verdad. Este no está vacío por dentro, en su interior hay tendones, órganos, arterias, etc. 

De la misma manera debe ocurrir con el cuerpo de Cristo, este debe estar lleno del Espíritu Santo. Busque esa llenura. Si se siente vacío, recuerde que los apóstoles no fueron llenos del Espíritu una sola vez, en varias ocasiones, ellos recibieron al Espíritu Santo. ¿Acaso usted le dice hasta nunca a una buena visita? No, nadie lo hace. Las visitaciones placenteras se deben repetir. 

¡Bendecido día!