¿Edifica su vida?

Escrito el 09/06/2024
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica1 Corintios 10:23


Usted goza de una grandiosa libertad; sin embargo, es necesario que se pregunte si, aquello que quiere hacer o está haciendo, edifica o no su vida.

No se trata de preguntar si es bueno o malo, más bien, de evaluar a la luz de las Escrituras, si su acción o afecto lo está edificando o lo está destruyendo.

Es un hecho que toda acción pecaminosa no debe ser considerada como un camino para usted. Por tanto, todo lo que haga, le debería provocar un amor mayor por las cosas espirituales.

Sus acciones no deberían dañar a otros, todo lo contrario, deberían inspirar a los demás a seguir los pasos de Jesús.

El apóstol Pablo estaba convencido de que, frente a muchas de sus acciones que otros pudieran considerar dañinas, su conciencia no lo acusaría y él estaría libre de culpa.

Sin embargo, sus palabras son claras y sabias: «todo me es lícito, pero no todo me conviene». En otras palabras, estaba afirmando: yo puedo hacer muchas cosas y no me sentiría mal por eso; sin embargo, aquello que quiero hacer (y por lo cual yo no me sentiría culpable) no me edifica y tampoco me conviene, por tanto, me resulta inútil e inoficioso.

Amado lector, cuide sus acciones. Sea estricto con lo que ve y con lo que oye. No sea de aquellos que intentan caminar lo más cercano a la línea del pecado y que van al límite, tratando, incluso, de tentar a Dios.

Juan Wesley, predicador inglés, se debatía entre diversas preguntas con respecto a sus acciones y al estilo de vida promedio de su época. Decidió, entonces, preguntarle a su madre, mentora del gran evangelista: mamá, ¿qué es pecado? 

Ella le respondió:

Cualquier cosa que debilite tu razón, que afecte la amistad con tu conciencia, que oscurezca tu percepción de Dios, o quite tu deleite en las cosas espirituales, en resumen, cualquier cosa que incremente la fuerza y la autoridad de tu carne sobre el espíritu, eso es pecado para ti, independientemente de que cuan bueno parezca.” Carta: Junio 8, 1725

Amado lector, use bien su libertad. Hágase responsable de ella y no afecte a otros con sus acciones. Tampoco se haga daño a usted mismo.

Cierre las puertas a la destrucción. Piense en que, cada cosa que usted haga, diga o piense, debe glorificar al Señor y perfeccionar la obra del Espíritu en su vida.

No se permita cosas que pudieran debilitar su amor por Dios.

En cierta ocasión alguien afirmó: “un hijo de Dios no elige entre lo bueno y lo malo, sino entre lo bueno y lo excelente”.

Afine su visión y exíjase más. Use bien su libertad de conciencia y, pregúntese siempre antes de hacer cualquier cosa, si lo edifica o no. 

¡Feliz y bendecido día!