El valor de la presencia de Dios

Escrito el 03/07/2024
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Salmo 51:11


David experimentó todo tipo de carencia. Económica porque era un humilde pastor de ovejas. Afectivas porque a su padre por poco se le olvida que tenía un hijo menor. Sociales, porque nadie creyó que podría defender su pueblo y mucho menos, que derrotaría a un gigante llamado Goliat.

Siendo experimentado en tantas carencias y superándolas todas, había una que en verdad le quitaba el sueño: la ausencia del Espíritu Santo.

Admiro la sinceridad del rey David. Un hombre con tanto poder, tanta influencia y tantos recursos, lamenta profundamente contristar al Espíritu Santo.

Amado lector, debemos reconocer que sin la presencia de Dios, sentiremos que nos falta todo. En cambio, cuando la presencia de Dios viene a nosotros, sentimos que lo tenemos todo.

David entendió que las fortalezas de su castillo y los cientos de sus servidores, no le retornarían la sensación de gozo y alegría que había perdido.

La oración de David estuvo cargada de una petición profunda y brillante: la presencia de Dios. Esta es una importante lección para nosotros. La bendición más importante, la dádiva más valiosa que podemos demandar de Dios, es su Espíritu.

Lo maravilloso de orar y pedir la presencia del Espíritu Santo, es que Dios se lo dará, pero también lo cambiará, usted será mudado y transformado, su mente abrazará una visión grandiosa y su vida no será la misma.

Hoy quiero aconsejarle que en sus tiempos de oración, se asegure de pedir por su vida espiritual. No repose hasta que se convenza de que el Espíritu Santo está con usted. Le aseguro que su manera de ver la vida y sus experiencias, cambiará.

La presencia de Dios lo cambia todo, el principio para los cambios sustanciales de su vida, será su reconciliación con la presencia de Dios.

Paz y bien.