Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre. Deuteronomio 8:11-14.
Las comodidades, la abundancia o la prosperidad, son parte del plan de Dios para su pueblo, sin embargo, no es mejor ante Dios quien tiene carencias; es mejor ante Dios quien, sin importar lo que tenga, obedece incondicionalmente sus mandamientos.
En cualquier caso, hay una realidad que el texto de hoy quiere recordarnos y es: cuidado con la pérdida de la memoria espiritual.
Es común que busquemos a Dios cuando nuestro mundo interior colapsa. Pero, pasado un tiempo y viendo mejorar las circunstancias, desarrollamos una resistencia a Dios que, incluso, podría terminar alejándonos por completo de Sus caminos.
Se lo digo porque he visto personas orando intensamente por un trabajo, pero una vez obtienen lo que pedían, su determinación de obedecer a Dios pasa a un segundo plano.
Otros, en su tortuosa soledad, piden insistentemente una pareja. Una vez llega, la agenda no da para mantener su aspiración cristiana y, entonces, su vida espiritual se marchita.
Dios bendice el compromiso y la responsabilidad. Lo que eso significa, es que cuanto más usted reciba de Dios, más responsable y fiel debería ser, o si lo entiende mejor, más apasionado debería estar.
¿Qué nos pasa? La bendición no debería afectar nuestra memoria; todo lo contrario, se supone que nos debe ayudar a mantener el recuerdo fresco del obrar misericordioso de Dios.
Amado lector, ¿de dónde lo sacó el Señor? Considere con mucha sinceridad mi pregunta. Estoy seguro de que Dios cambió su vida, y también mejoró su calidad de ser humano. Le dio oportunidades, lo salvó y restauró de las ruinas que nadie podría unir de nuevo. Entonces, ¿es usted de aquellos que se olvida con facilidad lo que Dios hizo?
Hoy lo animo a que nos unamos en una oración de gratitud y una de arrepentimiento. De gratitud, por todo lo que hemos recibido. De arrepentimiento porque, en cuanto vemos unos fantasiosos números en nuestra cuenta bancaria, nos dejamos engañar por la autosuficiencia.
No olvide jamás todo lo que Dios hizo en su vida. Sea agradecido.