La Navidad es Jesús

Escrito el 24/12/2024
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo. Lucas 1:68


La época de Navidad provoca grandes emociones. Suele ser un tiempo de celebración, regocijo y vida en familia. Sin embargo, la razón de la Navidad no es un motivo, en realidad es una persona: Jesús. Su nacimiento nos ayuda a recordar las grandes bendiciones que en su amor nos otorgó. Meditemos en ellas:

En primer lugar, nos ayuda a recordar la obra de la redención. No hay nada que el hombre pueda hacer para ser libre del pecado y sus consecuencias, excepto una cosa: creer en el sacrificio de Cristo. Jesús ocupó voluntariamente nuestro lugar y sufrió en su propio cuerpo el castigo. Por tanto, debemos recordar permanentemente la inmensidad del amor de Dios al entregar Su hijo unigénito en favor de nuestra paz. Jesús vino en nuestro rescate y se ofreció a sí mismo para proveernos una vida nueva. Merecíamos el castigo por nuestros pecados; sin embargo, Él fue la ofrenda perfecta que en nuestro lugar murió.

En segundo lugar, nos recuerda la oferta de la restauración. Ciertamente, en la vida somos golpeados y estropeados por circunstancias que no esperamos, muchas de ellas, ciertamente, como resultado de nuestras decisiones, pero otras, debido a las decisiones de nuestros padres. A pesar del dolor y las heridas que a lo largo de la vida enfrentamos, Jesús, nuestro amoroso médico, tiene el poder para aliviar el dolor y sanarnos totalmente. Las peores enfermedades son aquellas que destruyen la imagen de Dios en nosotros. Por ejemplo: el odio o el resentimiento. Gracias a Jesús, podemos disfrutar de la maravillosa bendición de ser restaurados y sanados de experiencias que marcaron negativamente nuestra memoria. Jesús hizo posible la restauración de nuestra alma.

En tercer lugar, nos inspira a aceptar la purificación. Además de perdonar nuestros pecados y restaurarnos, Dios también nos santifica. A través de la obra del Espíritu Santo somos purificados. La santificación supone una limpieza profunda del corazón y la separación del pecado para cumplir los propósitos divinos. Cuando la presencia del Espíritu Santo viene a la vida de una persona, esta comienza a caminar en armonía con la voluntad de Dios, su relación con las demás personas cambia positivamente y su carácter es transformado a imagen del carácter de Cristo. También somos capacitados para rechazar el pecado. En el nacimiento de Jesús hallamos la esperanza de ser purificados de la maldad que intenta robarnos la inocencia espiritual. 

La Navidad no es un motivo, la Navidad, en realidad, es Jesús. ¡Feliz Navidad!