No se digan simplemente el uno al otro: “Estamos a salvo porque somos descendientes de Abraham”. Eso no significa nada, porque les digo que Dios puede crear hijos de Abraham de estas piedras. Mateo 3:9
Cuídese de la actitud arrogante y de la conducta altiva. La belleza de los seres humanos viene en un empaque llamado humildad.
La humildad es la correcta percepción que usted tiene de sí mismo. No cree que es más, pero tampoco cree que es menos.
Usted se ama, se valora, se cuida, pero nunca piense que a los ojos de Dios tiene más atención que un pecador arrepentido.
Creerse superior a los demás es peligroso, y es de necios. La verdadera espiritualidad es aquella que me ayuda a ubicarme en el lugar correcto. Soy luz, pero no juez. Soy sal, pero no soy perfecto.
La respuesta de los fariseos fue altiva, arrogante y orgullosa. Ellos pensaron que, por su distinguida ascendencia, no necesitaban arrepentimiento.
Hoy, muchos cristianos agonizan porque olvidaron el camino a la fuente de agua viva que es Jesús. Aquel camino se transita con un corazón humilde.
Amado lector, puede que usted goce de privilegios sociales, financieros e incluso espirituales; sin embargo, deberá considerarse a sí mismo, como un necesitado más.
Cuídese de pensar erróneamente cosas como estas: “yo ya sé suficiente, lo aprendí hace mucho tiempo”, "Yo soy el indicado para hacer tal cosa". Nos perdemos de grandes bendiciones cuando creemos que la verdad de Dios es para otros y no para nosotros.
Nos podemos volver expertos identificando los errores de los demás, mientras ignoramos los nuestros.
Establezca un compromiso espiritual fiel con Dios, de velar y cuidar su corazón. No permita que se envanezca ignorando la gracia de Dios. Al contrario, busque la presencia del Espíritu Santo y pídale que le ayude a ser humilde.
Recuerde que los humildes siempre encuentran una silla disponible y reservada en la primera fila. Los altivos deben soportar de pie porque no hay silla para ellos.
Bendecido día.