A Jehová clamé estando en angustia, y él me respondió. Salmo 120:1
Hay muchas formas de afrontar la angustia. Algunos buscamos la compañía de personas. Otros, preferimos estar solos. Hay quienes prefieren huir o escapar del motivo de la aflicción. Otros, eligen quedarse para entender, de forma consciente, los pormenores de su dolor.
En el caso del autor de este salmo, su elección fue acudir a Dios. En medio de la angustia, podemos acudir a Dios para que sea Él quien nos ayude a enfrentar y superar, como es debido, el motivo de nuestra aflicción. Para eso es importante convercerse de que, cada vez que clamamos al Señor, Él nos va a oír.
Amado lector, puede tener la seguridad de que Dios escuchará su oración y le dará una respuesta. Cualquiera que sea Su respuesta, esta siempre traerá paz y descanso a su corazón. Usted no necesitará un momento o un espacio ideal para clamar a Él; lo único que va a necesitar para ser oído, es clamar. Eso será suficiente.
¿No le parece asombrosa esta verdad? Piense en la historia de Elías frente a los profetas de Baal. El relato cuenta que mientras los profetas de Baal invocaban a su dios con gran ruido y cortándose la piel, sus llamados nunca tuvieron una respuesta. Claramente, ellos clamaban a demonios incapaces. En contraste, Elías clamó al Señor para que el sacrificio fuera consumido, y él sí obtuvo respuesta.
Nuestro Dios está vivo. Él no solo cuida de nosotros, Él nos escucha y también nos responde. Él no calla ante nuestro dolor, Él no es ajeno a nuestra angustia, todo lo contrario, Él sabe cómo consolarnos, cómo acompañarnos y cómo enfocarnos en esos momentos en los que experimentamos una pérdida en nuestro sentido de orientación.
Sabemos que la angustia produce fatiga y ansiedad, quitándonos, incluso, el sueño. Sin embargo, Dios estará presto para atendernos de forma amorosa. Él será paciente y misericordioso para guiarnos hacia la salida, llenarnos de paz y recreando nuestras emociones.
Ante la angustia, podemos estar seguros de que Dios jamás abandonará. Puede que su corazón experimente en pleno el dolor, pero de algo puede estar seguro: el Señor será fiel y no ignorará su causa. Satanás intentará engañarlo haciéndole creer que Dios se olvidó de usted, pero nada está más lejos de la realidad; Dios sigue a su lado.
En ocasiones dudamos del cuidado de Dios porque, en lugar de haber sido librados de una circunstancia, terminamos afectados por ella. ¿Significa, entonces, que Dios nos abandonó? No. Significa que Dios hará lo que ha prometido cuando la estemos pasando mal: respondernos en medio de la angustia.
Siéntase hoy en la libertad de clamar al Señor en medio de su fatigante condición espiritual. Acuda al Señor confiadamente y cuéntele la razón de su tristeza y el motivo de su dolor. Deje que fluya el deseo de desahogarse, e incluso, de llorar si es necesario. Recuerde que el amor de Dios está vigente para usted.
¡Bendecido día!